El hallazgo de un lenguaje para la representación esquemática de las formas que realizó la tradición Mezcala es una de las contribuciones más valiosas del arte mesoamericano. Creo que debemos entender el fenómeno Mezcala como una feliz conjunción de dos factores: por una parte una intención simbólica muy clara que requería de cierto grado de abstracción, y por el otro, un material y una técnica que implicaban la ejecución preferentemente rectilínea y geométrica de las diferentes formas.
Entre las obras más originales y llamativas destacan las representaciones de arquitectura, sobre todo vistas frontales planas. Algunos cortes verticales señalan la presencia de columnas, y algunas líneas esgrafiadas marcan el basamento, el tablero, las escaleras y varios detalles del techo. Así como sucede con las representaciones de la figura humana en esta tradición, nos sorprende la eficacia con la que un escaso número de trazos describe convincentemente un objeto muy complejo.
El templo representado en esta pieza tiene un hombre a la puerta. El esquema de la figura humana es formidable, todavía más esquemático que las figuras humanas labradas de manera aislada en la tradición Mezcala: la silueta y muy pocas líneas talladas bastan para crear la figura humana.
Las formas que emergen en la parte superior de los templos tendrían que analizarse con más calma y en conjunto. En algunos casos, como éste, parece que el templo tiene una cresta, y también hay templos con un friso raso. Sin embargo, es frecuente, en ésta y otras representaciones arquitectónicas Mezcala, que se sugiera la presencia de una figura humana en la parte superior, lo que algunos lugareños llaman “el guardián”.
Parece tratarse de representaciones esquemáticas de templos y es probable que hayan presidido los conjuntos funerarios Mezcala. Estarían asociados a la representación del “mundo” que, en miniatura, acompañaba a los difuntos.