Cabeza esculpida en piedra que representa a un personaje, el deterioro de la pieza no permite diferenciar claramente si el rostro es masculino o femenino. Lo que sí podemos inferir, por el tamaño de la cabeza, es que debió formar parte de una escultura de cuerpo completo, como las que cubrían muchos de los paramentos exteriores de los edificios mayas.
El rostro sigue los cánones estandarizados del arte maya del periodo Clásico tardío, concretamente de los siglos VII y VIII, rasgos que se advierten en la forma oval del rostro, la boca entreabierta y de labios gruesos, los ojos almendrados, rasgados y más abultados por la marcada modelación cefálica tabular oblicua, que alarga y retrae la frente marcando un perfil similar al del dios del maíz.
Además, para producir un mayor efecto de alargamiento, se colocaban un adorno vertical desde la glabela hasta la frente que alargaba la nariz, pronunciando y exagerando su tamaño. Este fue un artefacto muy empleado por los reyes de Palenque durante el Clásico tardío. Al resaltar tanto el perfil del personaje se conseguía destacar sus rasgos más distintivos, como podía ser la nariz aguileña y larga, en ocasiones ancha y grande, prolongándose en el perfil de la frente modelada.
La modelación cefálica también fue un aporte estético ampliamente empleado por los artistas del periodo Clásico y aunque no todos se modelaron los cráneos, los registros arqueológicos de Palenque indican que un muy alto porcentaje de la población se modeló la cabeza de esta forma tan exagerada, por lo que la cabeza objeto de estudio podría proceder de la región del reino de Palenque o de la propia ciudad.
Pese al desgaste de la pieza, se deja adivinar que el personaje lleva un corte de cabello escalonado en los laterales del contorno del rostro, propio de estos siglos y en especial de las regiones de Palenque, Usumacinta y Petén. Fue un diseño generalizado, que lucieron tanto hombres como mujeres, por eso se hace más difícil saber si este rostro es masculino o femenino. Esos cánones tan naturalistas diseñados por los artistas mayas no son buenos aliados para diferenciar entre rostros masculinos y femeninos, pues las expresiones y edades son siempre atemporales.
El tocado que porta el protagonista está incompleto, parece que está formado por adornos circulares en la parte delantera y tal vez rematado en la parte posterior por haces de plumas. Las orejas y posibles adornos que llevase en ellas están perdidos.