Cabeza esculpida en piedra que representa a un personaje masculino de alto rango indicado por el tocado. Como otras piezas similares de esta colección, la escultura presenta un fuerte deterioro, en primer lugar, por el tipo de piedra fácilmente erosionable, y en segundo porque la pieza ha debido pasar tiempo derribada y entre escombros, por eso, las partes más prominentes del rostro, como la nariz, el labio superior y las orejas están prácticamente desaparecidas.
El tocado, que podría ayudar a posicionar al personaje dentro de un rango o cargo social determinado, está excesivamente perdido, apenas se advierte el armazón o soporte que pudo sostener bien un sencillo copete o un importante mascarón realizado en jade, conchas y plumas.
Pese al deterioro de la pieza, ciertos rasgos diagnósticos, como la boca entreabierta y los ojos almendrados, abultados y rasgados, permiten englobarla dentro del arte que se manufacturaba entre los siglos VII y VIII d.C., aunque no se puede establecer su pertenencia a una región concreta.
Al igual que las otras cabezas seccionadas, ésta debió también formar parte de un programa narrativo que se exhibía en la fachada de algún edificio principal.