Contenedor elaborado en barro rojo mediante torno y quemado con trípodes, tiene marcas en el interior y exterior. Está cubierto con esmalte semibrillante, craquelado en el interior. Es monocromo, con una fina línea negra en decoración que circunda la parte superior.
Las dos pequeñas agarraderas hacen suponer que la pieza era para alimentos calientes, aunque no necesariamente una sopera, ya que le falta el espacio para el cucharón respectivo y el disco para la colocación de la tapa.
Es una pieza de enorme belleza, que busca destacar la decoración de pequeñas flores delineadas en negro en la parte superior. Sus dos agarraderas, en forma de churros entrelazados son discretas.
La revista Artes de México, en su edición titulada La talavera de Puebla, publica piezas de ese particular estilo en la colección Pérez de Salazar. En la colección del Museo Bello hay tibores con la misma propuesta ornamental.