Jarrón o contenedor polícromo, originalmente con tapa y la palabra azúcar escrita en negro, con una escena de la etapa romántica al centro. Fue elaborado en barro rojo, con esmalte estannífero brillante en el conjunto de la pieza y la base, que no muestra craqueladuras. El proceso de quemado se realizó en caja o cobija, sin marcas que evidencien el uso de trípodes.

Las figuras están delineadas en negro y los colores fueron aplicados a mano alzada, acuarelados. Se usó una plantilla para realizar la copia del dibujo. Se observan algunos residuos al interior de la pieza por el uso.  

El conjunto de jarrones al que pertenece es de gran singularidad e importancia, ya que ni en Puebla ni en Europa se conocen otros ejemplares con las mismas características, de acuerdo con las investigaciones del doctor Alfonso Pleguezuelo. Fue realizado en el mismo taller, por su decoración pertenece al período romántico, en el que se le daba prioridad a los sentimientos personales, contrario al racionalismo, distintivo del período previo que corresponde a la Ilustración.

En este contenedor se aprecia la escena campirana de un grupo de niños, delineada con negro y posteriormente acuarelada, que refleja el interés en ese período por mostrar a la infancia como una fase vital. La imagen de la niña que pesca es una novedad, porque hasta entonces esa función solo era propia de los varones.

Fue publicado originalmente en el libro de Loza blanca y azulejo de Puebla, de Enrique A. Cervantes en 1939, el jarrón aparece con tapa y la palabra azúcar delineada en negro; lo ubica como de mediados del siglo XIX a principios del siglo XX. Formó parte de la exposición de talavera del Museo Amparo en 1999, catalogado por Margaret Connors entre 1850-75, con lo que coincide el doctor Alfonso Pleguezuelo y la doctora Emma Yanes.