La cerámica durante la fase Manantial se caracteriza por su estética y técnica; así como por ser simples y elegantes. En cuanto a la morfología de las vasijas de esta fase se tienen los platos, vasos y vasos cortos, de la misma manera los cajetes con bordes arriñonados, tecomates, ollas de cuello curvo-divergente, cuencos sencillos, tecomates, cajetes arriñonados, paltos sencillos de fondo plano, vasos sencillos, botellones, vasijas zoomorfas, entre otros. Formas que fueron utilizadas dentro de las actividades domésticas: preparar y servir alimentos y por su acabado de superficie algunas de ellas fueron depositadas como parte del ajuar de los entierros.
En esta fase como elemento decorativo sobresale las líneas incisas ya sea de dos o tres líneas paralelas, quebradas o interrumpidas, que se ubican en el borde de los cajetes y los platos; líneas que suelen aparecer acompañadas de motivos geométricos, figurativos, realistas y con simbolismo olmeca. Otro estilo decorativo característico de esta fase son las acanaladuras, punzonado, impresión de uña y los motivos de garra.
En el caso de los platos, éstos están asociados a las actividades domésticas, sin embargo, por sus características físicas se utilizó dentro de los actividades rituales acompañando a los entierros como parte del ajuar funerario. Un ejemplo de esto es la rica ofrenda que acompaña a un personaje femenino de Tlatilco, caracterizada por figurillas, cajetes, vasos, botellón, lascas de basalto y adornos de jade; así como un plato miniatura con vertedera; piezas que adquieren un valor simbólico por lo que fueron depositados para su uso en la próxima vida.
En este caso se describe un plato que presenta base y fondo plano, el cuerpo es recto divergente, el borde es redondeado y presenta una vertedera. La decoración se extiende al exterior en la mitad inferior de la pieza y consiste en una cenefa constituida por una líneas incisa ubicada en la mitad de la pieza bajo esta se tiene una serie de líneas incisas onduladas en diagonal, decoración típica de la fase Manantial.
La pieza presenta un tono café claro y en algunas áreas, huellas de exposición al fuego, en cuanto al acabado de superficie presenta un pulido que recubre toda la pieza. La combinación del color, acabado de superficie, decoración, la hace una vasija sencilla y elegante que por sus características morfológicas formó parte de las actividades domésticas y rituales. Presenta restos de pigmento rojo en el fondo.
Durante su elaboración el artesano modeló una pieza donde reflejó el pensamiento y la cosmogonía y simbolismo olmeca presente durante esta fase.