En el Preclásico se formaron las bases económicas, sociales, ideológicas para el surgimiento de grandes culturas. El desarrollo paralelo de la agricultura y el sedentarismo dieron paso al surgimiento de la alfarería. El alfarero prehispánico modeló con gran destreza una gran cantidad de formas, las cuales reflejan su concepción del mundo; de la misma manera las piezas muestran el grado de adaptación que tenían de su medio ambiente, proceso que propició el crecimiento del grupo. Ejemplo de esto es la cerámica de la fase Ayotla (1250-1000 a.C.), la cual se caracteriza por formas como son: ollas, platos, vasos, cazuelas, tecomates, botellones. Formas donde se aprecian motivos relacionados con los grupos olmecas de la Costa del Golfo como son: rectángulos alargados, reticulados, la cruz de San Andrés, la doble espiral invertida, estilizaciones de garras, cejas y mandíbulas. Así como, las líneas paralelas interrumpidas y paneles triangulares.
Las formas cerámicas se encuentran relacionadas a las actividades domésticas –preparación de alimentos – como son las ollas y cazuelas, también las asociadas al servicio de alimentos como los platos, vasos y tecomates. Algunas por sus características morfológicas formaron parte del ajuar funerario de algún entierro, llegando hasta nuestros día para conocer parte de la vida económica, social y religiosa de esta fase.
A continuación, se describe la pieza (843) que llama la atención por sus características morfológicas y decorativas. Se trata de una tecomate en tono café claro y en algunas áreas presenta huellas de exposición al fuego posiblemente por alguna actividad ritual, en cuanto al acabado de superficie presenta pulido que cubre toda la pieza. La combinación del color y el acabado la hacen una vasija sencilla y elegante.
El tecomate presenta cuerpo fitomorfo, el cuello es recto convergente, la base es plana. Su decoración consiste en líneas incisas rectas en disposición vertical ubicadas en el cuerpo de la pieza, dichas líneas que se encuentran a cierta distancia que originan que tenga forma de calabaza (fitomorfa).
Dentro del Preclásico se tienen formas zoomorfas y fitomorfas, dentro de las zoomorfas están aquellas con características de pato, pez, perro, jabalí y tlacuache. Piezas que describen claramente los animales a los que tenían acceso, cazando en los bosques como los jabalíes y tlacuaches, mientras que en los ríos y lagos pescaban peces y patos; así como otras aves acuáticas. Asimismo, las vasijas en forma de perro, animal que fue su compañía y alimento.
En el caso de las piezas fitomorfas, se encuentran las que representan a la calabaza, quién junto con el maíz y frijol formaban parte de los elementos agrícolas más importantes para la subsistencia por lo que para obtener estos productos debieron conocer perfectamente su hábitat.
Esta forma fitomorfa refleja la importancia de la agricultura dentro de su economía, tan importante que los artesanos no dudaron en reproducirla en barro.