Como se puede observar en abundantes materiales de la época Preclásica, la exaltación de los atributos reproductivos es una temática común en las representaciones humanas. Muchas de éstas se caracterizan por la exageración de los rasgos sexuales tal y como nos dan cuenta los registros arqueológicos.
Si bien las épocas más tardías de las sociedades mesoamericanas se caracterizan, en algunos casos, por cierto hieratismo en sus expresiones plásticas, durante el Preclásico medio podemos encontrar mayor flexibilidad en las formas y diseños, no obstante, la clara estandarización de las representaciones y patrones estéticos que se presentan en las colecciones de esta época.
Resulta claro que, aunque ideológica y cosmogónicamente, la mujer y lo femenino conservó durante la larga historia mesoamericana su preponderante posición como entidad fértil, como numen dador de vida, fue durante la época Preclásica cuando estas características se representaron con mayor claridad, de manera menos sintética y abstracta que en sociedades posteriores.
La figurilla aquí mostrada representa con toda naturalidad a una mujer desnuda en un avanzado estado de embarazo. Su vientre abultado incluso fue resaltado con la aplicación de una pequeña esfera de arcilla para mostrar el ombligo, lo mismo que sus senos, los cuales destacan con pezones aplicados de la misma manera. Su posición, sentada sobre sus pies, muestra una peculiaridad con respecto a las figuras del estilo al que pertenece, generalmente representadas de pie; sin embargo, a pesar de ello, se puede constatar otra característica típica de estas piezas como lo es la cadera amplia y las piernas redondeadas elaboradas con tiras de arcilla.
Esta mujer tiene las manos sobre las rodillas y tanto manos como pies están bien representados mediante incisiones en la arcilla, tanto para señalar las muñecas como los dedos. Ésta no presenta ropaje alguno, pero, a manera de ajuar, lleva puestas las orejeras circulares comunes a las figurillas de la época; además, su cabeza está adornada con un peinado compuesto por una banda en la frente sobre la que caen tres mechones al que se agrega uno más por encima de un hombro.
No sobra resaltar que el rostro de esta mujer guarda las características de las figurillas de su tipo, los ojos elaborados mediante incisiones con las pupilas señaladas con un punzonado, lo mismo que la boca en un gesto que asemeja una sonrisa. Sobre los ojos se observan las cejas modeladas mediante un reborde que se unen sobre la prominente nariz. El acabado de la pieza es de un alisado fino y presenta restos del baño de engobe.
Así, se presenta esta versión de lo femenino, de lo fértil, de lo cotidiano que se manifiesta maravilloso ante la capacidad de la reproducción. Para las sociedades preurbanas de la Cuenca de México, esta mujer embarazada muy probablemente tuvo un paralelo como metáfora de la creación. Resulta admirable, finalmente, cómo dentro de una serie de patrones estéticos y de estándares en la manufactura, los artesanos del Preclásico lograron plasmar la diversidad de su entorno natural y cosmológico.