La notable pieza que a continuación se describe es una vasija semiglobular con cuello pronunciado. La pieza fue manufacturada en un tipo de arcilla café claro, a la cual se le añadieron pocos desgrasantes. Antes del proceso de cocción se le colocó un engobe y un baño de pintura negra. Este artefacto posee un destacado brillo a la luz, producto del bruñido hecho posterior a su cocción.
La pieza posee un cuello que le fue colocado mediante la técnica de pastillaje y tres soportes globulares en su base hecho con la misma técnica. Si bien se trata de una pieza utilitaria, no se descarta por su notable manufactura, concepción y diseño, su uso en contextos rituales o de distinción sociopolítica. La olla, aunque sin decoración incisa o acanalada sobre su superficie, asemeja la forma redondeada de una calabaza.
Esta vasija con sus características formales y estéticas corresponde a la tradición zapoteca de los Valles centrales de Oaxaca. Esta importante región cultural de Mesoamérica alcanzó un notable desarrollo a lo largo del tiempo con notables asentamientos humanos donde destaca por su complejidad y desarrollo la gran urbe de Monte Albán, enclave que tuvo un importante desarrollo histórico que data desde tiempos preclásicos hasta la llegada de los europeos.
Los Valles centrales de Oaxaca constituyeron un crisol de sociedades que surgieron y se desarrollaron durante toda la historia de Mesoamérica, alcanzando un clímax durante el periodo Clásico (200-900 d.C.). Fue en esa área donde se ha sugerido que emergieron algunas de las primeras sociedades estatales del universo cultural mesoamericano, evidencia del alto grado de desarrollo histórico-cultural de esas culturas.
La vasija que aquí se muestra denota un notable desarrollo tecnológico dentro de la manufactura de cerámica. El bruñido que presenta en su superficie sugiere que independientemente de su naturaleza doméstica, cotidiana, pudo haberse hallado dentro de contextos de alta distinción social o como objeto suntuario. Dentro de esta olla destaca los tres soportes globulares que son semejantes a otros artefactos provenientes a otro tipo de tradiciones cerámicas como las del Occidente de México que comparten con las vasijas zapotecas una predilección por la redondez de sus formas y un estilizado acabado en sus ornamentos. Por su parte la bicromía presente en la superficie de la vasija resalta este último aspecto, en donde la unión de los tonos negros y crema crean un contraste visual notable.
Esta pieza además evidencia la maestría y habilidad de los alfareros zapotecos que supieron dar con sus manos y mente un uso magistral a las arcillas de su tierra, plasmando en ellas sus maneras de entender el mundo y su concepción estética de los objetos cotidianos que como se destaca aquí, pueden contener también notables elementos artísticos, agradables a la vista lo cual por sí mismo evidencia u entendimiento estético notable de la cultura material de esas personas.
