No sólo a través de figurillas y esculturas los artesanos del Preclásico demostraron su destreza figurativa. Las vasijas y contenedores consistieron asimismo en lienzos adecuados para su genio creativo. Muchas de las piezas más asombrosas de la producción artesanal han sido localizadas formando parte del ajuar funerario de incontables personajes. Su belleza y precisión, entonces, no necesariamente estuvo destinada al servicio de los vivos, sino que formó parte trascendente de los rituales llevados a cabo para honrar a los difuntos y tuvo como destino acompañarlo en el camino a donde quiera que fuera su lugar de descanso.
Así, de la cerámica del Preclásico medio se conocen hermosos ejemplares de pequeñas y grandes dimensiones, que detallan tanto la vida humana del México Antiguo, como la fauna de la Cuenca.
Aquí se muestra una vasija miniatura en forma de cabeza humana. La misma representación forma el cuerpo del contenedor por lo que su pequeña abertura se localiza justo en la parte alta de la cabeza. Su factura detalla los rasgos de un personaje de rostro amplio y ancho, particularmente en el área del mentón y la mandíbula. El modelado logró presentar una nariz fina en su aspecto general, aunque ligeramente ancha en las fosas que fueron elaboradas por un pequeño punzonado. La boca es pequeña, mostrando los dientes logrados a través de incisiones. Sus ojos están delineados también por incisiones para formar el globo, pero en este caso la pupila no se encuentra señalada. Sobre ellos se modelaron las cejas resueltas con un reborde.
No lleva ningún tipo de ajuar; las orejas bien elaboradas y realistas no presentan adornos. Lo que resulta evidente es que la cabeza muestra algún tipo de deformación craneana pues se aprecia una curvatura desde la nuca ensanchándose hacia la parte posterior. Este tipo de expresiones plásticas corresponden con prácticas estéticas llevadas a cabo, como lo constatan los restos óseos, con deformación localizadas en diversas regiones. Como arreglo corporal, el personaje lleva un peinado de cabello corto con una línea en medio. El cabello se observa en altorrelieve desde la frente hasta la nuca y está también indicado por ligeras incisiones.
A pesar del detallado trabajo de modelado y decorado, se trata de una vasija cuyo terminado no es lustroso. Más allá de las concreciones que conserva en toda la superficie, el acabado mediante un sencillo pulido se observa en toda la pieza, a excepción de las áreas de la boca, nariz y principalmente en el interior, en donde se encuentra alisado.
Por otro lado, no sobra mencionar la presencia de dos perforaciones circulares a ambos lados de la boca de la vasija, elemento constante en piezas similares. Estas perforaciones pudieron tener como función sujetar la vasija mediante un asa de material perecedero como un cordel a fin de colgarla.
Este tipo de objetos constatan que más allá de las dimensiones, la destreza de los alfareros queda explícita a través de los detalles de manufactura y acabado, con mayor razón en el caso de piezas como esta que posiblemente fueron pensadas para la posteridad de sus difuntos.