En las sociedades prehispánicas el papel que jugaron los ancianos fue medular para el mantenimiento del orden y las costumbres; sus memorias y sus palabras fueron altamente valorados. Los ancianos estuvieron vinculados con la magia y la adivinación, es decir, con cuestiones mítico-religiosas; representaban el calor y la madurez por lo que se les asoció con el color rojo y el fuego (Gamboa y Quiñones, 2013).
Mientras que la esperanza de vida de los miembros de la élite maya rebasaba los 50 años, para los hombres de inferior jerarquía social era menor a los 37 años, diferencia que se establece a partir de los tipos de actividades que realizaban dependiendo de su posición social, así como el acceso a una mejor dieta para el caso de la élite. Los que llegaban a una edad mayor eran considerados sabios y su presencia era valorada por la sociedad (Gamboa y Quiñones, 2013). Este mismo fenómeno debió de haber ocurrido en otras sociedades mesoamericanas, como las de la Costa del Golfo.
A nivel arqueológico, la vejez ha quedado representada en diferentes medios como la cerámica, las figurillas, la escultura, la pintura mural y los códices, en los que es recurrente ver marcas de arrugas, calvicie, falta de dientes y la espalda encorvada (Gamboa y Quiñones, 2013).
El personaje aquí representado corresponde a una figurilla completa, es del sexo masculino, está ricamente ataviado y presenta rasgos muy robustos: sus ojos están muy abultados al igual que su estómago, y sus piernas y manos son muy anchas. Sus ojos están cerrados, debajo de los mismos hay una serie de líneas incisas que representan arrugas, lo que demuestra que es una persona de edad avanzada. Su boca está entreabierta, tiene dos dientes en la parte superior y está sacando la lengua. No presenta cabello y en la parte central de su frente tiene una perforación circular, posiblemente para que la figurilla se colgara.
Una parte de su cuerpo presenta restos de pintura crema. Porta orejeras rectangulares, aunque sus esquinas son ovaladas; de igual manera lleva un collar compuesto por una banda con perforaciones y en el centro una piedra rectangular de grandes dimensiones. Su brazo izquierdo está levantado con la palma de la mano colocada hacia el frente, mientras que su brazo derecho está puesto sobre su cintura. En la parte de trasera de la pieza lleva un soporte que sirvió como silbato debido a que presenta un orificio rectangular.