La vestimenta a lo largo de la historia ha cumplido dos funciones básicas: por un lado, responde a una necesidad natural de proteger al cuerpo de las condiciones climáticas, y por otro, está en relación con la parte social debido a que refleja identidad al circunscribirse a los patrones instituidos por un grupo cultural. La indumentaria prehispánica vislumbra las diferencias existentes entre los distintos estratos de la sociedad, que se pueden detectar en el tipo de materias primas, los colores y los diseños empleados en su confección (Chavarín, 2014).
La vestimenta común de los hombres en esta época consistía en el maxtlatl o taparrabos y una tilma o capa; prendas que en el caso de los nobles, guerreros y sacerdotes estaban ricamente decoradas (Buzo, 2018).
El taparrabos consistía en una prenda rectangular, el cual iba enrollado alrededor de la cintura y pasaba entre las piernas; era considerado un signo de virilidad. Su uso en Mesoamérica se tiene registrado desde el Preclásico, específicamente desde los olmecas, cuya evidencia se tiene hoy en día en ciertas esculturas de San Lorenzo Tenochtitlan, así como en Laguna de los Cerros donde se aprecia una escultura que representa a un hombre de pie, con un taparrabo y una capa colocados encima de su cuerpo (Stresser-Péan, 2012).
Por otro lado, la llamada tilma, manta o manto estaba representada con una pieza cuadrada o rectangular que iba anudada; esta tela era de algodón o maguey finamente hilada y tejida con diferentes adornos para las clases sociales más privilegiadas. La tilma representaba una función social dependiendo del tipo de tela y las decoraciones que pudiera llevar plasmadas (Stresser-Péan, 2012).
Las dos figurillas aquí expuestas están completas, se caracterizan por presentar una capa que cubre sus espaldas y que llega aproximadamente a la altura de sus tobillos; ambas prendas son rectangulares e inician en el hombro. Otro elemento que los identifica a ambos es que portan maxtlatl o taparrabos por lo que se trata de personajes del sexo masculino, además de que tienen sus brazos levantados con las palmas de las manos hacia el frente y su estómago en ambos casos está muy abultado, al parecer eran individuos muy robustos. Ambas figurillas son huecas.
En uno de los personajes (fig. 52) sale de su nariz un objeto tubular delgado y largo, que llega hasta debajo de su pecho. Su cabeza es circular y sus mejillas están muy abultadas. Porta un collar compuesto por una banda que presenta líneas verticales incisas. Encima de su cabeza lleva un tocado a manera de resplandor circular con una serie de líneas incisas. Tiene restos de pintura color crema en todo su cuerpo.
El otro personaje (fig. 54) presenta un tocado compuesto por un elemento central de forma rectangular decorado con líneas incisas, posiblemente se trate de plumas; a los costados y rodeando ambas orejas se ubican igualmente una serie de plumas. Lleva, además, orejeras ovaladas largas con pequeñas perforaciones, de igual manera, porta un collar manufacturado en el mismo material que las orejeras debido a que también presenta perforaciones. Su cabeza es circular.