Una práctica cultural común en diversas sociedades y en diferentes temporalidades corresponde a la modificación intencional del cuerpo, una capacidad del ser humano que permite modificarse a sí mismo con diversos fines, así como una característica del propio cuerpo que le permite tener plasticidad (Martínez de León, 2008).
La morfología propia de los dientes humanos, además de cuestiones genéticas, fisiológicas y ambientales, es el resultado de factores culturales que provocan la modificación de su forma o la pérdida de los mismos. Estas modificaciones dentales son producto de una serie de actividades habituales como el proceso de masticar, donde los propios dientes son una herramienta de trabajo, y de igual manera son producidas intencionalmente con fines rituales, estéticos y terapéuticos (Tiesler, 2011).
Entre las antiguas poblaciones de la Costa del Golfo existen evidencias de ciertas alteraciones corporales intencionales como la mutilación y la pintura dentaria, la pintura corporal, la deformación craneal, la perforación auricular y del septum, las escarificaciones y los tatuajes, mismas que quedaron plasmadas en los restos humanos, las representaciones pictóricas y cerámicas, así como en las figurillas y las esculturas (Martínez de León, 2008).
Específicamente en las sociedades prehispánicas del Centro de Veracruz, la mutilación dental fue una práctica común; esta mutilación se dio principalmente en los incisivos y caninos superiores con una diversidad de formas, predominando (tomando como referencia la clasificación hecha por Javier Romero Molina) las del tipo B4 en incisivos centrales y la A4 en caninos e incisivos laterales, la cual se puede detectar en algunas caritas sonrientes. De igual manera, fueron comunes las del tipo A1, A2, B2, B5 y C5, entre otras (Martínez de León, 2008).
El personaje aquí expuesto tiene la boca entreabierta, presenta mutilación dental en forma de “T”. Posiblemente portó orejeras circulares, aunque en la figurilla no son muy visibles porque esa parte del rostro está fragmentada. Su rostro tiene cierta afinidad con las típicas “caritas sonrientes”, aunque en el caso de este personaje sus facciones son más rígidas.
Sobre su cabeza lleva un gorro sin decorar que cubre completamente la misma, su cuello se encuentra fragmentado y la figurilla está hueca.