La aplicación del concepto “híbrido” en Mesoamérica refiere a un ser que se compone de una parte animal y una humana. El hibridismo se dio, principalmente, en el ámbito de los dioses. Dentro de las deidades mesoamericanas que presentan estas características se encuentran Coatlicue con cuerpo antropomorfo femenino compuesto por manos, cabezas de serpiente y patas de águila, o Cihuacóatl con cuerpo de serpiente y cabeza humana femenina (Matos, 2016).
La presente figurilla podría tratarse de un ser con tales características. Debió haber presentado cualidades o capacidades que iban más allá del mundo terrenal, por eso su relación con las deidades, como se trató líneas arriba, lo que los convertía en entes fantásticos, que a pesar de que no existían como tal en la realidad sí existían y cobraban vida en el imaginario, en la cosmovisión, en la manera de comprender el mundo más allá de lo material y lo tangible.
En este caso, se trata de una figurilla pequeña, cuya cabeza es ovalada. Su rostro, de afinidades humanas, se encuentra dividido en dos por una línea incisa que inicia en la frente y termina en su nariz, la cual parece pertenecer a algún animal.
Sus ojos están delineados por chapopote (color negro), su boca se encuentra entreabierta de la que sale su lengua. En su frente lleva una banda que presenta perforaciones pequeñas; detrás de esta banda salen unos flecos situados alrededor de su cabeza, detrás de éstos se encuentran tres elementos rectangulares pequeños muy fragmentados, situados tanto en el centro como en ambos costados. Todos estos elementos forman parte del tocado que porta este ser.
La figurilla es hueca. En los elementos rectangulares situados en los extremos se encuentran dos pequeños orificios que indican que posiblemente la figurilla se usó para colgar, quizá como parte una ceremonia ritual.