Hacia el año 200 d.C. la ciudad más importante y de mayor poder económico y político del centro de Mesoamérica era Teotihuacán. La sociedad que habitaba esta urbe se encontraba profundamente jerarquizada, con personas que integraban sectores encargados del gobierno, de dirigir los rituales, de comerciar, de sembrar y entre otros, de fabricar artesanías.
A lo largo de la historia de las exploraciones de Teotihuacán se han localizado miles de fragmentos y piezas completas de figurillas antropomorfas, tanto sobre la superficie del suelo como en la tierra que los arqueólogos remueven durante sus excavaciones. Muchas de estas piezas se han recuperado de materiales de relleno en edificios relevantes como la Pirámide de la Luna.
Estas figurillas han sido uno de tantos misterios que rodean a los antiguos pobladores de esta ciudad, pues no dejaron retratos de sus gobernantes, ni registros escritos que satisfagan la curiosidad de académicos y público general. Así, estos objetos se han convertido en un testigo silencioso pero que ofrece mucha información a quien plantee las preguntas correctas al encontrarse frente a ellas.
Las figurillas que aquí se observan son ambas de carácter antropomorfo, sin indumentaria y sólidas. La cabeza de cada una fue elaborada en un molde y después añadida a un cuerpo modelado. El primer personaje tiene una postura sedente. Le falta el brazo derecho, así como la pierna izquierda a la altura de la rodilla, aunque sobre su muslo presenta una nube de cocción. El torso es una tira de barro modelada, al igual que las piernas y brazos. Se observa su pie derecho modelado en forma de espátula. Sus cejas están bien marcadas y sus ojos se hicieron con ranuras al igual que su boca. Sus labios fueron delicadamente modelados. Presenta una fractura en la parte izquierda del mentón.
La otra figurilla es muy parecida. También presenta una postura sedente y su cabeza fue hecha con molde. Su forma parece sugerir una deformación craneana. Sus piernas pudieron haber estado flexionadas. Sólo se observa su brazo derecho completo y el otro hasta el bíceps. Se conservan sus dos muslos sin las pantorrillas. Sobre la ausencia de cabello en ambos casos, fray Bernardino de Sahagún registró que los comerciantes se trasquilaban toda la cabellera antes de salir de viaje, por lo cual podrían estar representando este sector de la sociedad indígena. En ambos casos, la boca de los personajes se observa entreabierta y tienen labios carnosos, así como una nariz ancha, ojos rasgados muy parecidos a los que se observan en numerosas figurillas y máscaras teotihuacanas.
Cabezas con este tipo de tratamiento del rostro han sido reportadas antes en varias colecciones de Teotihuacán. Estas figurillas evidencian un notable parecido con cabezas más elaboradas y que se han denominado "retrato" pertenecientes a una época más tardía en la misma ciudad. De hecho, se ha planteado que estas figurillas podrían ser las antecesoras de este tipo. Sobra decir que, aun cuando no comprendemos con exactitud cómo y para qué se elaboraron las figurillas de barro, es un hecho que formaban parte integral de la vida cotidiana de los habitantes de Teotihuacán.