Los objetos decorativos, entre ellos, los que consideramos joyas, fueron elaborados en diversos materiales en Mesoamérica. La obsidiana, algunos metales y las piedras verdes eran utilizadas en objetos de diversa índole, entre ellos los accesorios que denotaban un cierto estatus político y religioso, como el caso de las orejeras. El oro, por su lado, fue valorado como una materia prima de gran importancia y simbolismo, pero para los indígenas no tenía el valor desmesurado que otras culturas, como la europea, le otorgaban. Además, el aprovechamiento de este metal en Mesoamérica fue más bien escaso. La metalurgia tuvo un desarrollo tardío en esta región, y en particular el oro sólo fue utilizado en su estado nativo, es decir que no se conocieron los beneficios que se obtienen de su aleación con otros metales como la plata o el cobre.
En el caso de las piezas que aquí se describen, se trata de un par de orejeras elaboradas en obsidiana verde, probablemente obtenida del yacimiento de la Sierra de las Navajas en Hidalgo, las cuales se hicieron mediante la técnica del desgaste y pulido, y a las que se les colocaron dos láminas de oro circulares a manera de tapón; éstas fueron elaboradas mediante la técnica del laminado por martillado. Ambas orejeras presentan una cara frontal circular, mientras que su cara lateral tiene la forma de un carrete ancho con paredes curvo-divergentes. Una de ellas se encuentra despostillada en el borde de su cara frontal y presenta faltantes de la lámina de oro en su sección central, que también se fracturó.
Las orejeras son accesorios que adornaban los lóbulos de las orejas de personas con cierta jerarquía social y política en las sociedades prehispánicas. Su distribución en Mesoamérica es continua, tanto en tiempo con en todas sus regiones culturales. Se han encontrado talladas en piedras verdes, obsidiana, elaboradas en cerámica, hueso y madera. Es tal vez un poco menos común encontrarlas combinando distintos materiales, como el caso de estas orejeras. El oro, como ya hemos dicho, era utilizado para decorar los atavíos de los gobernantes y las personas de jerarquía política y social importante, especialmente aquellos investidos por el tlatoani. Además, estaba asociado con Huitzilopochtli y en consecuencia, con el culto solar. Las ofrendas que se han localizado en Templo Mayor, donde el oro y las piedras verdes comparten el mismo espacio, ha llevado a los especialistas a vincularlo con la fertilidad.
Los objetos de oro también nos hablan de las redes de intercambio vigentes en la época prehispánica. En el caso de los mexicas, el oro se obtenía como un tributo, particularmente de las regiones de Guerrero y Chiapas. Por otro lado, los mercaderes, o pochtecas, podían adquirirlo en plazas de comercio que se encontraban cerca de las áreas de extracción. Con la llegada de los españoles el oro se convirtió en el material más codiciado, llevándose los conquistadores una sorpresa al notar que las cantidades de este metal que se encontraban en manos de los indígenas en Mesoamérica, eran considerablemente menores a las de otras regiones conquistadas, como lo fue Perú, donde el oro prácticamente triplicó las ganancias para la corona española.