Las civilizaciones mesoamericanas crearon una forma de organización propia, la cual quedó reflejada en la manera de concebir el espacio, desenvolverse en él y, sobre todo, de modificarlo. Entre las apropiaciones del espacio que hicieron las sociedades mesoamericanas se encuentra una forma particular de concebir las ciudades, en las cuales, el elemento más importante, el axis mundi, era el templo, lugar donde confluían las fuerzas del cielo con las del inframundo.
Ahí el gobernante y los sacerdotes, por medio de los distintos rituales, podían interferir en los fenómenos naturales, para lo cual era necesario que el templo se elevara hacia el cielo, se separara de lo cotidiano y alcanzara un espacio divino.
El templo tenía tal importancia, que durante el Posclásico tardío (1250-1521 d.C.) fue inmortalizado en pequeñas figuras cerámicas que posteriormente eran depositadas en las ofrendas. Estas piezas eran realizadas en moldes, donde se colocaba la cerámica y al ejercer presión se marcaba la forma arquitectónica. Este proceso es evidente en la parte posterior de las figuras, donde se evidencia las huellas de presión que los ceramistas ejercían para sacar la forma del molde. Una vez cocidas, estas piezas eran estucadas y pintadas con azul y negro, con lo que se detallaban las formas.
Las piezas 1498 y 1499 corresponden a dos maquetas que están representando templos prehispánicos. La pieza 1498 presenta una base cuadrangular de donde se desprende el basamento de un cuerpo. En el centro se colocó una escalinata con nueve peldaños, una alfarda a cada uno de los lados y un remate de un dado en la parte superior. Arriba se encuentra un templo de planta cuadricular y un vano rectangular en el centro. El techo tiene una cornisa y dos remates trapezoidales con pequeñas esferas en el centro, simulando clavos arquitectónicos y rodeando el techo se encuentran seis almenas trapezoidales. Como se mencionó arriba, esta pieza tiene restos de estuco y se alcanzan a percibir líneas negras que estaban contorneando los elementos arquitectónicos, detallándolos.
Por su parte, la pieza 1499 también se deprende de una plataforma cuadrangular a partir de un basamento de un solo cuerpo. En el centro se representó una escalinata con nueve peldaños, la cual es flanqueada por una alfarda con un remate de dado en la parte superior. Arriba del basamento se encuentra un templo de planta circular con una pequeña horadación y con delicadas incisiones se representaron las jambas y el dintel del vano de la entrada. En la parte superior se marcó la cornisa y el techo cónico. Al igual que la anterior pieza, se le colocó un recubrimiento de estuco y se detallaron los elementos arquitectónicos con una línea negra gruesa, aunque debido al deterioro que presenta esta capa no es posible detallarlos.
Así, las representaciones del templo recreaban el espacio divino construido por el hombre y lo inmortalizaban en una figurilla y, al ser depositados en las ofrendas, el mismo templo era dado a las deidades. Al mismo tiempo, estas representaciones nos permiten acercarnos a las formas y construcciones de la antigüedad, mostrándonos aquello que hoy sólo podemos apreciar en unas cuantas hiladas de piedra y en los desplantes de lo que fueron gigantescos edificios sagrados.