Entre las manifestaciones artísticas que en la época prehispánica acompañaban la vida del individuo se encontraba la música. Estaba presente en el día a día del pueblo y en los acontecimientos más importantes, como fiestas o entronizaciones. Basta recordar la página 13 del Códice Colombino donde el gobernante ocho venado garra de jaguar viaja a Tula para que le coloquen una nariguera de turquesa y reciba el título de tecuhtli (señor). En esa representación, cuando llega, dos sacerdotes salen a recibirlo, no se aprecia que llevaba el primer sacerdote, pero el segundo está tocando una flauta, es decir, se le recibió con música. También sabemos que, en la fiesta dedicada a Xochipilli, la música estaba presente y parte del ritual consistía en ofrendar flautas en su templo. Pero, quizá el mejor dato que revela la presencia de esta actividad son los mismos instrumentos, tambores teponaztli, caparazones de tortuga, sonajas, raspadores de hueso, silbatos y flautas, creaban las melodías que acompañaban al individuo.
La pieza 1458 corresponde a una flauta vertical, que está fracturada en tres partes. Su cuerpo es cilíndrico. Para conseguir esta forma los artesanos cubrieron una caña o un trozo de madera con barro, le hicieron agujeros y lo metieron a cocción. Esto se hace evidente debido a que la parte interna presenta pequeñas grietas, muestra de una cocción más intensa. La embocadura se unió por medio de pastillaje, con lo cual se dejó una abertura rectangular y un bisel para producir el sonido. El cuerpo tiene cuatro perforaciones para los registros tonales y en la base se colocó un remate por pastillaje, dejando un pequeño hueco para la sonoridad de las notas. Todo el cuerpo de la flauta está cubierto en la parte superior con un engobe grafito y en la inferior se colocó un engobe de color del barro, el cual fue cuidadosamente pulido.
En la base de la flauta se colocó por pastillaje un remate que está muy erosionado y fue realizado con un molde. Los ojos están representados por medio de un óvalo, la nariz sobresale del rostro y la boca se simula con una línea incisa, tiene dos grandes orejeras a los lados y se marca el cabello corto. Como tocado se colocó un gran pico de ave con diversas representaciones de plumas de forma radial. La figura tiene rastros de pigmentos: azul en las orejeras, rojo y azul en el tocado y rojo en la boca, con lo cual se puede apreciar la rica policromía que tenía.
Este instrumento es una muestra de la sonoridad que acompañaba la vida del individuo, ¿cuáles eran las melodías que salían de él? Es una pregunta aún sin respuesta, ya que las fuentes describen la letra de los cantos que se hacían y, aunque también procuran recoger las tonadas y el ritmo que debía tocarse, la notación que se usó para registrar las melodías se basa en “ti”, “qui”, “to” y “co”, con lo cual, aunque han existido intentos de recrear esta sonoridad, aún estamos lejos de conocer las bellas melodías que acompañaban la vida de la población prehispánica.