Al igual que las piezas 1410 y 1417 de la colección del Museo Amparo, esta escultura es de mediano formato y comparte muchos aspectos formales con las anteriores. Su tamaño no rebasa el medio metro, representa a un personaje sentado, está labrada en roca basáltica y seguramente formaba parte de una ofrenda. La gran diferencia con las anteriores piezas es que la persona que se esculpió en la piedra, en lugar de encontrarse acuclillada -posición reverencial de los hombres-, está arrodillada, esto la identifica como una mujer y, por ende, una deidad femenina.
La escultura está muy deteriorada, se encuentra erosionada y tiene fracturas en la parte superior, media y en la base, lo cual dificulta su identificación. Ésta presenta a un personaje femenino que tiene la cabeza mirando hacia arriba. Los ojos y la boca están simulados con óvalos tallados y tiene una fractura en la nariz. Posee un tocado de largas tiras de papel rectangulares a los lados de la cabeza y, en la parte superior, se alcanza a distinguir la presencia de una banda frontal dividida en pequeñas secciones cuadrangulares, la parte superior, como se comentó, se encuentra fracturada, aunque podemos suponer por comparación con otras piezas, que presentaba otra banda más arriba y un par de rosetones en las esquinas. En la parte de atrás, también se aprecian largas tiras de papel que caen del tocado.
A los lados se aprecian unas líneas curvas talladas que simulan los brazos y los dedos de las manos se proyectan hacia enfrente. La escultura se plasma agarrando en cada una de sus manos un objeto, el cual se encuentra fracturado y no se identifica, pero podemos suponer que son mazorcas de maíz. Este elemento es fundamental, ya que aunado al tocado, podemos identificar a esta deidad como Xilonen, diosa vinculada al maíz y la fertilidad.
Asimismo, la escultura tiene un hueco a la altura del pecho. Está vestida con un quechquemitl y una falda lisa, que sólo se diferencian por una línea horizontal en la parte frontal de la escultura.
Xilonen o “muñeca de jilote” o “jilote pequeño” era la diosa del maíz tierno en crecimiento. De ahí, que a ella se le dedicaran las fiestas cercanas a la primera cosecha y se relacionara con el maíz, la fertilidad y el alimento. Estos elementos hacían que su culto fuera común a todas las personas y se representara en distintos soportes, tales como figurillas de cerámica o, como es el caso, pesados bloques de piedra.