Del centro de Veracruz procede un nutrido grupo de figuras de barro que corresponde a la llamada cultura de Remojadas. Medellín Zenil lo estudió a mediados del siglo pasado en varios lugares de la costa central veracruzana y concluyó que en su elaboración participaban rasgos regionales de las manifestaciones culturales que se desarrollaron a lo largo de la llanura costera del Golfo de México, desde época inmemorial. Para el período Formativo florecieron varios centros regionales en los que se definió el estilo artístico que hoy podemos reconocer en una producción ejemplar de toda clase de formas cerámicas.
La cocción de tan singulares piezas, muchas de ellas huecas en su interior, presupuso el desarrollo de técnicas que evitaran su resquebrajamiento durante el horneado. A las de mayor tamaño se les dejaban oquedades, aberturas en la pieza, que permitían la fácil salida del vapor de agua durante la cocción, conocemos del municipio de Soledad de Doblado una colección enorme de figurillas que recuperó el mismo Medellín a lo largo de muchos años de excavaciones.
Los “botellones” como el que aquí nos ocupa, no son frecuentes en los sitios de la región, sólo sabemos de otra pieza muy parecida que proviene de Remojadas, precisamente de las exploraciones de Medellín, y que se conserva actualmente en el Museo de Antropología de la ciudad de Xalapa. Aunque ambas cuentan con vertederas que simulan gruesos bastones y se hallan igualmente modeladas con grandes caderas y muslos, la del Museo Amparo tiene un acabado muy pulido y una distribución particular del color.
En esencia, se trata de personajes sentados con un brazo que sostiene el bastón y el otro apoyado sobre el abdomen, pero hay entre ellas diferencias técnicas significativas que colocan a la nuestra, en época muy posterior, probablemente ya en el período Clásico. La de Xalapa tiene el cabello negro, pintado con chapopote, mientras que en la otra se encuentra cubierto por un gorro de color rojo, pintura que también fue aplicada sobre las piernas y los brazos. Los dedos de las manos en ambos casos se obtuvieron con incisiones sobre el barro fresco, pero en la que es motivo de nuestro interés, se hallan marcados directamente sobre el vientre y no al final de los listoncillos de barro que sirven para figurar los largos brazos. Es cierto que son piezas muy semejantes pero he de confesar al lector que aquello que en todo caso despeja las dudas sobre su origen prehispánico es su estado de fragmentación.
En efecto, tratándose de objetos adquiridos, particularmente los atribuidos a Veracruz, siempre hay que tener en cuenta que existe una enorme cantidad de falsificaciones que se vendieron junto con piezas auténticas, cuando la propiedad de los bienes arqueológicos de la nación todavía no se hallaba legislada. Sin embargo, esta pieza de la colección del Museo Amparo cumple en muchos sentidos con los rasgos que son esperables en la alfarería de Remojadas y con la forma en la que suelen romperse los objetos de barro cuando reciben por largo tiempo el efecto de la compresión del suelo en sus yacimientos de origen.