Con gestos prácticamente automáticos, el o la alfarera tomó una pequeña masa de barro húmedo, modeló rápidamente el cuerpo plano, los cortos brazos y piernas, estiró la pasta apoyándola sobre su pulgar para formar la cabeza sobre la cual aplicó con pastillaje e incisiones los rasgos de la cara, el pelo que cubre en parte las cejas y el turbante a su vez encima del pelo, luego, dobló hacia atrás de la cabeza lo que le sobró del tocado.
Finalmente, en un gesto delicado tomó dos minúsculas bolitas de barro que aplicó sobre los pies y puso así a la pequeña muñeca unos huarachitos. Tiempo después del lento secado y luego de la cocción, la figurilla se dispuso probablemente entre muchas otras piezas de la producción del taller alfarero. Quizás un niño o una niña encontró ahí un pequeño juguete al cual darle vida con su imaginación.