Por la forma del largo cuello y el cuerpo acanalado que evoca una calabaza, la pieza pertenece a lo que se ha llamado el Tertium Quid, la tradición originaria del Occidente de México que influyó profundamente en la cultura de la fase Manantial, junto con la herencia olmeca. La junción del cuello con el hombro y la del hombro con el cuerpo están marcadas por una profunda ranura y dejan ver las tres partes con las cuales se construyó la pieza.
Para dar la apariencia fitomorfa, se trazaron incisiones anchas y profundas en la pasta aún blanda. Luego, antes de la cocción, se pulió la superficie hasta darle un fuerte brillo, redondeando los bordes de las incisiones. El color negro de la cubierta se logró con una cocción en atmósfera reducida.