Un instrumento fundamental en la cocina mesoamericana es el metate, palabra que deriva del náhuatl métlatl; es un mortero de piedra tallada de forma rectangular, con la superficie superior ligeramente cóncava; puede tener tres soportes o patas cónicas de altura distinta para que se incline un poco; aunque no es el caso del nos ocupa, que es ápodo.
El metate sirve para moler y su complemento necesario es la mano, una pieza cilíndrica, también de piedra, con uno o los dos extremos de menor diámetro para poder asirla con seguridad. El ancho de este metate permite identificar que la mano asociada tendría el largo suficiente para que se manipulara con ambas manos. Por lo general los metates y las manos están fabricados con piedra volcánica de baja porosidad para que fácilmente pudiera retirarse la molienda obtenida, así como limpiarse. Son objetos muy pesados y suelen ubicarse en lugares fijos.
Otro instrumento de molienda tradicional es el molcajete, que se distingue por ser un recipiente cóncavo, trípode, de menor tamaño que el metate, y por tanto, relativamente más fácil de mover.
Se calcula que la antigüedad del metate en México se remonta al Cenolítico Superior, entre el 7000 y el 5000 antes de nuestra era. Con la incorporación definitiva de los productos agrícolas en la dieta de los mesoamericanos, se extendió su uso. Granos, semillas, especias, chiles y otros frutos se molían en metate, de modo que era imprescindible para preparar el nixtamal con el que se elaborarían las tortillas de maíz, así como harinas, salsas, chocolate y colorantes a base de tierras. Para evitar que los sabores se mezclaran, solían utilizarse varios metates.
El hallazgo de metates antiguos es común en el territorio mexicano; por lo que toca a sus representaciones artísticas, en la cultura de las tumbas de tiro, de la región Occidente, existen sobresalientes imágenes escultóricas de molenderas, a veces acompañadas por un infante. Además de su uso en la vida cotidiana, en este contexto cultural se depositaron con frecuencia en las tumbas, a manera de ofrendas; con base en una asociación genérica puede suponerse que los restos óseos vinculados son femeninos, y asimismo, que cumplieron funciones religiosas funerarias.