La forma del cuello y los soportes en pequeños botones son característicos de las ollas teotihuacanas mientras que el cuerpo toma la apariencia poco común del patojo. La superficie ha sido bruñida con esmero para dar un fuerte brillo. Tres veces se repite el mismo motivo pintado de rojo y, luego de la cocción, fue delineado con una fina incisión. Se trata del llamado trilobulado que alude a las gotas de sangre, y cuyo significado es subrayado por el color.
Este motivo suele acompañarse en pintura mural y en la cerámica del corazón cortado o del cuchillo curvo en clara alusión al sacrificio humano que se practicaba en la gran metrópoli.