Este fragmento posiblemente formaba parte de la decoración arquitectónica de algún edificio. Está hecho de barro y cubierto totalmente de estuco. Se observan restos de pintura azul en ciertas partes. El elemento principal de este fragmento es el rostro humano en relieve que sobresale del nivel de la superficie. El personaje tiene los ojos con la comisura externa inclinada hacia arriba; el caballete de la nariz está bien formado y conecta a las cejas; desde las alas nasales hacia las comisuras de la boca aparecen arrugas; además tiene los labios gruesos sin marca del surco nasolabial y la boca medio abierta mostrando los dientes. Presenta mutilación dentaria limada en forma de “T” y porta unas orejeras redondas.
Como es un fragmento, es difícil de identificar su forma completa, sin embargo, el rostro parece no tener su cuerpo aún en su forma original por los restos del relieve que quedan debajo del rostro, y porque parece que éste está saliendo de algo. Un rostro humano saliendo de la boca de la figura zoomorfa, por lo general un felino o un reptil o una forma híbrida de diferentes animales o un monstruo, es una iconografía muy común en varias culturas mesoamericanas. En ocasiones a través de la imagen de las fauces se representa la entrada de las cuevas. Las cuevas son lugares del origen y del destino de los hombres en Mesoamérica.
Veamos nuestro fragmento. A lo largo de la frente y de la barbilla del rostro se nota que hubo unos elementos salientes en forma de arco; a los lados de las orejas del personaje se encuentran dos discos concéntricos más grandes que las orejeras, y sobre ellos hay unas franjas que se caen en los lados opuestas al rostro. Los discos y las franjas pueden ser los ojos con las cejas y, los arcos rotos, la boca, es decir, el rostro está saliendo de la boca de alguna figura zoomorfa. Por la forma de los ojos podría ser un ave más que un felino o un reptil.