Las palmas son objetos que junto con yugos y hachas se organizan en torno a un fenómeno cultural muy preciso que habrá de llevarlos a todo lo largo de la costa del Golfo de México. Un complejo de pequeñas esculturas que han aparecido en territorios tan distantes como son la Península de Yucatán y la costa del Pacífico guatemalteco.
Suelen tenérseles como productos característicos de la civilización de El Tajín y los hallados en el norte de Veracruz por lo regular fueron fabricados en rocas metamórficas de la región del Cofre de Perote, lo que no significa que también se esculpieran utilizando materiales más suaves como es el caso de la piedra arenisca o que no se elaboraran en distintos lugares de la costa a partir de basaltos y andesitas.
Aunque siguen en lo general el estilo artístico y los temas propios de la iconografía de El Tajín, ya Proskouriakoff se había percatado de que es muy posible que el vasto territorio donde se les encuentra nunca quedara completamente integrado por una sola versión del estilo artístico, lamentándose que resultara tan difícil distinguir entre las variaciones que indican diferencias regionales de aquellas que son consecuencia directa del paso del tiempo.
Cuando Proskouriakoff presentó el problema de su estudio en términos de estas dos variables, tiempo y espacio, abrió el camino para entender el valor cultural de esta clase de objetos en el contexto de Mesoamérica. Habrá que comenzar por decir que pese a su antigüedad, sólo se convierten en piezas de comercio hasta bien entrado el Clásico tardío y es probable que sólo alcanzaran los territorios más alejados hasta el Epiclásico. Por otra parte, si revisamos los objetos involucrados en el comercio a larga distancia, inmediatamente descubriremos que no todos fueron labrados en territorios de El Tajín, que hay un importante número de ellos que corresponden a productos del centro de Veracruz y que no son raros los esculpidos en áreas distantes con materia prima local o con decoraciones que deben muy poco o prácticamente nada a la iconografía de El Tajín.
En este caso, la pieza recuerda la forma general de las palmas, pero el tema de la figuración es muy distinto, mucho más cercano a las representaciones de “mofletudos” comunes en el área central de la costa de Veracruz. Se trata de rostros de mejillas prominentes que por lo regular llevan los ojos cerrados o apenas entreabiertos y que corresponden a una expresión simbólica muy arraigada en el litoral marino del Golfo de México. Lamentablemente, no tenemos idea clara sobre el significado de esta clase de rostros pero su adaptación como tema decorativo de las palmas advierte inequívocamente sobre su relación con el juego ritual de la pelota y con los sacrificios de sangre con los que probablemente dicho juego concluía.