En la fase Ayotla, las figurillas masculinas son proporcionalmente más frecuentes que en la fase siguiente Manantial y es común que estos personajes tengan puesto un casco con una visera.
El pelo largo está suelto sobre la espalda. Su atuendo se restringe a un simple taparrabo. Porta un alto tocado de dos niveles, con una suerte de un barbiquejo que le obstruye o protege la nariz.
La manera en que se representa los ojos es propia de este tipo de figurillas y es el inicio de una larga tradición que duró varios siglos. Consiste en profundas incisiones en ambos lados de la pupila que se encuentran al centro a nivel de la superficie de la cara. Se conservan restos del engobe blanco sobre la superficie color ladrillo.
Queda sin resolver la pregunta de para qué servía este casco, que, en su tiempo, era un claro distintivo de alguna actividad lúdica o guerrera.