A los mismos llamaban panteca, o panoteca, que quiere decir hombres del lugar pasadero, los cuales fueron así llamados por que viven en la provincia de Pánuco, que propiamente se llama Pantlan o Panotlan, quasi Panoayan, que quiere decir lugar por donde pasan, que es a orillas o riberas de la mar; y dicen que la causa porque le pusieron el nombre de Panoayan es que dizque los primeros pobladores que vinieron a poblar a esta tierra de México.
(Fray Bernardino de Sahagún, Historia General de las Cosas de la Nueva España, 1975).
La antigua Provincia de Pánuco, una de las primeras fundaciones españolas en tierras de Veracruz, es el área mejor conocida de la Huasteca en términos arqueológicos. Se trata de un inmenso territorio que limita con el Golfo de México y que se extiende hasta San Luis Potosí. Sólo en el período Clásico alcanzaría su máxima extensión, ocupando porciones importantes de la montaña de Hidalgo y la Sierra Gorda de Querétaro.
Fray Bernardino de Sahagún describió en su Historia General de las Cosas de la Nueva España (1577) a los pobladores de Pánuco:
La manera de su traje y la disposición de su cuerpo es, que son de la frente ancha y las cabezas chatas; y los cabellos traíanlos teñidos de diferentes colores, unos de amarillo, otros de colorado y otros de otros colores diferentes, y unos traían los cabellos largos en el colodrillo, y otros los diferenciaban.
Tienen los dientes todos agudos porque los aguzaban a posta; tenían por ornamento brazaletes de oro en los brazos, y en las piernas unas medias calzas de pluma, y en las muñecas de las manos unas muñecas de chalchihuites; y en la cabeza, junto a la oreja, poníanse plumajes hechos a manera de aventadoricos.
Ciertamente lo dicho por el franciscano se ajusta a la manera en la que vestían cuando Cortés mandó a construir la Villa de Santiesteban del Puerto (1522), pero es interesante hacer el repaso de sus características teniendo a la vista la figurilla de barro que aquí es de nuestro interés. Sin duda elaborada en la región de Pánuco, aunque varios siglos antes de la llegada de los españoles, procede de alguno de los muchos poblados que se habían asentado a orillas de este caudaloso río. Se trata de una mujer de amplias caderas y piernas alargadas que lleva puesta una fajilla y un paño que le cubre la entrepierna. Por lo demás, la descripción de Sahagún es perfecta en lo que hace a su ornamentación, se reconocen los brazaletes además del sencillo collar.
Uno de los rasgos característicos de estas figuras era el modelado de los brazos, mucho más cortos de lo que se antoja normal. Por otro lado, es evidente que el arreglo trenzado del cabello permitía elaborar complicados peinados, mismos que se elevaban por encima de la cabeza. Sahagún menciona que lo teñían con colores distintos y en las representaciones de barro se observa recogido sobre la frente por medio de una cinta a la que agregaban alguna “joya” destinada a su realce. A la altura de las rodillas pueden descubrirse dos ajorcas que indudablemente remiten al atuendo de los jugadores de pelota, un ritual particularmente arraigado en la costa del Golfo y que en la Huasteca, como en ningún otro lugar de Mesoamérica, auspiciaba que sus símbolos se trasladaran a la indumentaria femenina.