“Zacatecas” es una de las variantes estilísticas más peculiares del arte cerámico de la cultura de tumbas de tiro, pues en el marco de su predominante figuración escultórica realista las de esta modalidad exhiben menor intención de replicar modelos naturales y, asimismo, porque su repertorio iconográfico es muy reducido, parece limitarse a la representación de hombres y mujeres, cuya apariencia es estática y siempre simétrica. Sus formas son más proclives a lo esquemático, en ellas se identifican con facilidad volúmenes geométricos básicos y posiciones corporales simplificadas, sin mayor variación ni cuidado en detalles anatómicos, en especial las manos y los pies; los elementos distintivos de cada pieza se aprecian sobre todo en la pintura corporal, realizada mediante una técnica elaborada. La construcción de las piezas es mixta, con la cabeza y el cuerpo huecos.
Esta escultura exhibe la postura típica de las figuras femeninas: sedente, con los brazos delgados despegados del cuerpo y las manos en la cintura; las piernas separadas se dirigen al frente. Desde el ángulo frontal puede parecer que está de pie, pero si se le mira de perfil queda claro que se apoya sobre las nalgas y que tiene las rodillas ligeramente levantadas; al igual que en el estilo San Sebastián, se observa una prolongación en las nalgas, aunque en este caso más que sugerir un banco se enfatiza la elevación de las rodillas. Cabe resaltar que se trata de una obra que es necesario ver desde todos los ángulos para apreciar la totalidad de sus detalles.
Su expresión visual es muy llamativa por las soluciones formales y porque parece que está hablando y mira fijamente; puede decirse que es el mismo rostro que se ve en todas las figuras de este estilo, incluidas las masculinas. Los ojos y la boca son perforaciones ovales que permiten ver la constitución hueca de la pieza; están delineados con un relieve al modo de párpados y labios; las cejas también están relevadas y pintadas; la nariz, en este caso corta y ligeramente aguileña, es delgada, con pequeñas ventanas perforadas; las orejas sobresalen a los lados con perforaciones que remiten al uso de ornamentos separados y ahora perdidos. Una perforación más marca el ombligo.
Esta obra guarda un magnífico estado de conservación que permite apreciar un complejo tratamiento de la superficie cerámica. Estamos ante una mujer desnuda, aunque no carente de decoración. La pasta tiene un engobe crema que corresponde al color natural de la piel; a grandes rasgos, la sección que va desde el nivel de la boca hasta el del ombligo, tanto por delante, como por los lados y la parte posterior, fue pintada al negativo en negro y al positivo en rojo con diseños geométricos: bandas rectas y onduladas, así como formas triangulares y romboidales.
En cuanto a la pintura al negativo, las formas de color negro resultaron a partir de que se reservaron o cubrieron con alguna sustancia, como resina o cera, los diseños de bandas onduladas y rectas, y en la zona del mentón y el cuello un diseño de bandas en reticulado; posteriormente toda la sección del cuerpo mencionada se pintó de manera más o menos uniforme de color oscuro; luego de una primera cocción tal sustancia desapareció y los diseños donde fue aplicada quedaron del color crema base, y a la vez se revelaron las formas en principio no pintadas directamente, es decir las negras; en el caso del rostro y el cuello, el reticulado inicial dio origen a triángulos y rombos.
En esta primera cocción parece que también fue delimitada la zona en la que se pintó de negro positivo el cabello corto de la mujer, el cual sólo es visible en las vistas de perfil y de la parte posterior de la pieza. El cabello pintado de manera lisa es interesante, dado que es rara su figuración en las figuras humanas de la vasta producción escultórica de este pueblo.
Una segunda cocción fijó la pintura roja de las bandas anchas y del triangulo frontal central que se sobreponen a los diseños pintados al negativo. Antes de pasar al horno para esta última cocción, la pieza, ya con la pintura roja seca, fue sometida a un fino bruñido o tallado de la superficie con un objeto pequeño y duro, como pirita o cuero, que confirió a la obra su extraordinaria brillantez y asimismo ocasionó que en algunas partes se corriera la pintura roja.
La procedencia del estilo Zacatecas se ubica en la zona más oriental del territorio de la cultura de tumbas de tiro; se denomina Altos de Jalisco y se extiende a porciones del vecino territorio del sur de Zacatecas, de ahí la denominación estilística. Ciertas características formales de las piezas nos remiten a la colindancia con la región norteña de Mesoamérica y a las relaciones que esta sociedad pudo entablar con la cultura de Chalchihuites: en la marcada separación entre la nariz y la boca, el perfil aguileño y el pronunciado mentón de nuestra pieza, advierto semejanzas con las pequeñas esculturas cerámicas de construcción sólida propias de ese desarrollo.