Las excavaciones arqueológicas han demostrado que Tlatilco era una comunidad que caracterizó al Preclásico en el Altiplano Central, fue contemporánea a San Lorenzo de los olmecas de la costa del Golfo y compartió características con Tlapacoya en el valle de México y Chalcatzingo en el estado de Morelos.
La exploración y documentación de aproximadamente 378 tumbas del cementerio de Tlatilco determinó que al interior del ajuar funerario de varias de ellas, habían sido depositados cuencos cerámicos con elementos olmecas, botellones de vertedera-estribo que remiten a la cultura Capacha en Colima, figurillas de barro sólido, herramientas, ornamentos, cuentas y máscaras.
En el entierro 79 se encontraba una máscara idéntica al ejemplo que alberga el Museo Amparo, que mide 12.9 centímetros de alto por 13.7 de ancho, y tiene un espesor de 6 cm; a su vez, el entierro 119-11 860 2 y otros entierros, también contenían máscaras. Los registros de las excavaciones realizadas en torno a ambos entierros merecen mayor estudio y deben ser analizados a la luz de otros ejemplos para entender su importancia; ya que, pese a que se conocen muchos ejemplos de máscaras de barro, pocas de ellas provienen de contextos arqueológicos fiables.
Por ejemplo, las máscaras que representan el rostro de un anciano, que cabe pensar se vinculan al dios viejo del fuego, son muy semejantes a nuestras dos máscaras de pequeño formato, y la máscara que tiene la mitad del rostro descarnado y que puede referirnos a la dualidad vida-muerte, no cuentan con una procedencia registrada, y por ello mayor información referente a su hallazgo permitiría entender mejor su función en el interior de la sociedad que las concibió.
En las excavaciones que se han llevado a cabo en diversas partes de Mesoamérica se han localizado máscaras. Las más conocidas son las de Tlatilco y se han localizado en contextos arqueológicos precisos en Tlapacoya, así como en Las Bocas, Puebla. A su vez, Kent Flannery se refiere a 12 máscaras de barro que se han localizado a partir de excavaciones controladas en la región de Oaxaca. Han sido fechadas en el Preclásico y su contexto es invariablemente doméstico; se localizaron sobre el suelo de una casa, entre un conjunto de casas habitación o en el desecho que había entre las casas, lo cual indica, para la región central de Oaxaca, por ejemplo San José Mogote, que su uso no se relaciona con un contexto funerario, ni con los rituales comunitarios dirigidos por gobernantes, sino a ceremonias que se llevaban a cabo entre los habitantes de las unidades domésticas.
Los rasgos de estas máscaras de barro fueron preservados debido a las características perdurables de la arcilla y es necesario considerar que los cronistas que escribieron en el siglo XVI, registran que las máscaras también se fabricaron de materiales perecederos como son la madera, la penca de maguey y el papel, fabricado de corteza de árbol, por mencionar solamente ciertos ejemplos, lo cual habla de la continuidad del uso de máscaras, aunque no necesariamente de su función, ya que ésta varía entre cultura y cultura y a lo largo del tiempo. Las máscaras tienen varias funciones y parece que varían según su tamaño. El tema igualmente es fundamental.
Las representaciones de máscaras en forma de rostros de ancianos son frecuentes, así como las de personajes con características exageradas y rasgos prominentes. Las efigies de personajes de tez arrugada posiblemente se refieren a Huehuetéotl, el dios viejo del fuego, pero ello requiere de mayor estudio. Principalmente debido a que en estos dos ejemplos, los lóbulos de las orejas tienen perforaciones para quizás llevar pendientes o algún elemento que serviría como distintivo de la pieza, y no es común encontrar máscaras de la deidad del fuego que tienen este elemento.
Como se mencionó, las máscaras tienen muchos usos que se determinan por su tamaño y su tema. Son parte de los bultos mortuorios de ancestros y personajes importantes, a la vez que se encuentran asociadas a entierros. Las máscaras también se utilizan para encarnar a las deidades y en el contexto de complejos rituales y ceremonias domésticas, las personas las llevaban sobre el rostro o bien a manera de petos y collares. No es posible descartar que existen máscaras que no fueron concebidas para colocarse sobre el rostro, por lo que se estima que son votivas, lo cual abre otra interrogante en torno al vínculo entre máscara y rostro. El estudio de la continuidad en el uso de máscaras en las ceremonias y fiestas contemporáneas de los pueblos tradicionales es un camino que puede conducir a una mayor comprensión.