El volumen escultórico de estas imágenes es plano, con tres salientes destacadas: una forma cónica larga en el tocado, la nariz como una gran proyección triangular con la punta redondeada y de menor tamaño un protector fálico coniforme.
Las figuras son caricaturescas: la altura de la cabeza junto con el tocado supera la mitad de la altura total de cada pieza; la nariz es muy delgada y no tienen cuello, mentón, manos ni pies; las extremidades también son cónicas. Pertenecen al subtipo referido como “tablilla sin cuello” del estilo Tuxcacuesco-Ortices; éste presenta, asimismo, figuras femeninas y sobresale la consistencia de sus rasgos: a los ya mencionados se suman los llamativos tocados rectangulares, las orejeras discoidales, la nariguera de argolla, la gargantilla de dos hilos con un pendiente circular en el inferior, dos brazaletes en cada brazo y el cuerpo con líneas incisas que trazan una “X” o dos “V” recostadas.
Es factible atribuir su producción a un taller o escuela que imprimió justamente una muy particular identidad estilística con cualidades caricaturescas, si bien, en lo iconográfico comparte las características generales del estilo Tuxcacuesco-Ortices, el cual consta de numerosas variantes, y algunas de otros estilos del sur de Jalisco y de Colima, como el Pihuamo, el Xilotlán y el famoso Comala. En este sentido sobresale la forma cónica en el tocado con apariencia de cuerno; es un atributo de jerarquía elevada y, según se detecta, está asociada con figuras masculinas, que pueden ser gobernantes, guerreros, señores de alta alcurnia o personajes religiosos.
Lo más frecuente es que el “cuerno” se ubique en la zona frontal de la cabeza y, como en este par de esculturas, estén figuradas las bandas que lo sostienen; otros tocados ostentan varios “cuernos”. Su identificación es incierta, pudiera remitir a alguna protuberancia de animales o incluso colmillos; su forma es recta o con cierta curvatura, la punta es chata o puntiaguda y el largo es variable; el de estas esculturas sobrepasa con mucho el largo promedio.
El protector fálico es otro enlace con el estilo Comala, en algunas esculturas se ve con la misma forma cónica proyectada al frente y además se modelaron en relieve las cintas que lo atan alrededor de la cadera y las piernas.
El uso de esta prenda no es común en la plástica mesoamericana; en el marco de la misma cultura de las tumbas de tiro las esculturas del estilo Ixtlán del Río muestran una variante: de una camisa o de un pantaloncillo corto pende una extensión rígida y plana frente a la zona genital. En el caso de nuestras esculturas, la forma del protector les confiere además una apariencia itifálica, y en ello reside un vínculo más con los temas plasmados en el estilo Comala.
De otra parte, en la configuración aplanada de este par de obras se advierte la deformación craneana tabular erecta, que predomina en los múltiples estilos creados a lo largo del territorio de la cultura de las tumbas de tiro. Detrás de la configuración caricaturesca se reconocen claramente dos individuos de alto estatus; son casi idénticos, pues la mano del artista dotó de cierta individualidad a cada uno.