Las tres obras sobresalen porque conservan la pintura que por lo común han perdido este tipo de esculturas sólidas en la cultura Chupícuaro. Vemos de rojo los hilos de los collares y en blanco los ojos, las orejeras circulares, las cuentas que cuelgan de los collares y los brazaletes. En otras piezas puede apreciarse el cabello pintado de rojo y recubierto de adornos blancos, y en negro diseños que remiten a pintura corporal.
Es muy probable que estos colores usualmente no se fijaran de modo permanente a la superficie de las piezas por aplicarse después de la cocción y resultaran afectados por las condiciones sufridas a lo largo de los siglos. Al margen de la pérdida de la capa pictórica, los elementos base destacan en relieve; se figuraron por medio de la técnica del pastillaje, que consiste en el añadido de pequeñas porciones de pasta para formar detalles. Lo valioso del recurso del color es que permite distinguir ciertos afanes de realismo en cuanto al blanco de los globos oculares, acaso que los hilos del collar fueron textiles, e inferir que los ornamentos pudieron estar hechos de concha. En este sentido, resalta que los objetos circulares y con acanaladuras horizontales que las tres ostentan en su brazo izquierdo parecen conchas de un molusco bivalvo.
En el México antiguo, la concha, en particular la marina, fue altamente apreciada, quizá en mayor medida por los pueblos asentados tierra adentro. Entre su gama extensa de simbolismos, las conchas se vinculaban con el estrato inferior del cosmos y los objetos hechos con ese material fueron atributos de personajes de la élite y deidades. Además, constituyen una evidencia de los intercambios a larga distancia con las regiones costeras.
En un cementerio excavado en la zona de Chupícuaro entre 1945 y 1947, se registraron algunas conchas completas y objetos ornamentales que remiten a los que vemos en las tres figuras. De aquellas completas que pudieron identificarse resalta que proceden de las costas este y oeste del país, una parte sólo de la occidental y una de la cuenca lacustre del valle de México.
La anatomía de las figuras también es llamativa; las tres comparten un abdomen prominente que cubre la zona genital y remite al embarazo, así como los hombros anchos y los senos separados y tan anchos que incluso alcanzan las axilas. A pesar del enorme parecido, al ver en conjunto estas obras se advierte su individualidad; fueron hechas con base en la técnica del modelado y en cada una se plasmó la mano de un artista particular, o quizá la del mismo artista en distintos momentos creativos.