Hacia el año 600 d.C., luego del colapso de la cultura de las tumbas de tiro se produjeron cambios radicales en el Occidente mesoamericano. Se diluyó la notable integración cultural que había entre las sociedades que habitaban el actual Nayarit, el sur de Zacatecas, Jalisco, Colima y partes colindantes de Michoacán, terminó abruptamente una tradición que se remontaba al Preclásico medio en la que sobresalen ciertas prácticas y artes funerarias. Entre las transformaciones que se experimentaron en dicho territorio durante el período Epiclásico se halla el surgimiento de numerosos desarrollos regionales, es decir, con una extensión acotada. La pequeña escultura femenina que vemos, testimonia los nuevos lenguajes plásticos, así como las diferentes sensibilidades estéticas.
En contraste con el modelado magistral de la figura humana, con un predominante estilo realista en volúmenes efectivamente tridimensionales y en un amplio rango de creativas variantes zonales que caracteriza la escultura del pueblo de las tumbas de tiro, esta pieza se aprecia hierática, con una apariencia corporal sumamente esquemática e impersonal. Pertenece al estilo llamado Cerro de García; se trata de una elevación localizada en el suroeste de la cuenca del lago de Chapala, si bien el hallazgo de este tipo de obras se extiende a la cercana cuenca de la laguna de Sayula, al valle de Atemajac y a la zona del volcán de Tequila; cabe señalar que la distribución es relativamente amplia, aunque no se identifica que su producción fuera masiva.
El estilo Cerro de García se advierte de modo exclusivo en pequeñas esculturas cerámicas hechas en volúmenes sólidos, con el cuerpo aplanado y la cabeza grande y triangular; predomina la figuración de mujeres desnudas y la posición de pie; las figuras en efecto pueden sostenerse así y los pies tienen el arco levantado; la atención del escultor se limitó al frente, ya que la parte posterior es lisa.
Al trascender la impresión inicial del esquematismo que las caracteriza, salen a relucir detalles interesantes que indican distintos talleres, exhiben la mano del artista en lo individual y en especial los afanes de ornamentar de maneras diversas la desnudez. Nuestra diminuta pieza pertenece a la variante estilística denominada “E”; entre sus rasgos están las cejas relevadas, los ojos con una sola depresión y un hundimiento redondeado en la parte superior e interior de la cabeza. El rostro carece de boca, su lugar está ocupado por una nariguera de argolla; las orejas destacan por las grandes perforaciones circulares en los lóbulos que también pueden figurar orejeras discoidales. Se le aplicó un baño rojo y en el rostro se conservan restos de pintura en ocre y blanco; en el cuerpo, el tratamiento decorativo se hizo por medio de motivos esgrafiados o raspados que resaltan en la superficie rojiza. Otros adornos son la gargantilla con doble vuelta y los brazaletes hechos al pastillaje, una técnica que consiste en aplicaciones de pequeñas porciones de barro.