La primera eclosión de la civilización en el Valle de México, y seguramente en la historia temprana de la Meseta central, ocurrió en Tlatilco. Los restos materiales encontrados en aquel asentamiento indican un desarrollo notable de la estratificación social, de la especialización laboral y del comercio. El señorío de Tlatilco debe haber tenido una serie de familias ligadas al jefe o rey, un grupo de sacerdotes y un artesanado que satisfacía las necesidades suntuarias y rituales del señorío con una variedad muy notable de recursos.
La cerámica de Tlatilco destaca por la audacia con la que los artesanos experimentaron con diferentes tipos de arcilla, formas de modelar (lo mismo figuras sólidas que huecas), pastillaje casi escultórico, engobes; y es también una cerámica que sobresale por la variedad de temas, tipos de figuras y fantasías compositivas. Quizá no sea descabellado valorarla como una época experimental.
Por otra parte, la ausencia o precariedad del registro de los contextos en la época de la extracción de estas piezas y la falta de inscripciones o símbolos más complejos no nos permiten más que una reflexión aproximativa al significado de las figuras de Tlatilco.
Las figuras antropomorfas son muy frecuentes en la plástica de Tlatilco y muchas de ellas están afectadas de una estilización en la anatomía que infla los muslos, como si se tratara de una especie de esteatopigia, que a veces se ha asociado a la fertilidad. Éste es uno de los rasgos que advertimos en las figuras que aquí comentamos.
Dentro de la variedad propia de las figuras de cerámica de Tlatilco se advierte una distinción técnica importante: algunas figuras son sólidas y otras huecas. Ésta es una distinción que prevaleció durante el Preclásico medio. Parece que las figuras huecas estaban relacionadas con personajes y sucesos más importantes, suelen tener algo de color, producido por espesos engobes. Es probable que hayan formado parte de ajuares funerarios de alto rango. Las pequeñas y sólidas pueden haber sido de un uso más generalizado.
Este par de piezas hace pensar en la representación de los gemelos, que fueron tan importantes en el pensamiento religioso mesoamericano. Se trata de dos personajes con un tocado de gran tamaño que parece una mitra, y con orejeras. Una observación detenida permite apreciar, sin embargo, que el artista no ha pretendido hacerlos idénticos; al menos las orejeras son diferentes. Por otra parte, parece tratarse de figuras femeninas, a juzgar por el modelado de lo que parecen ser senos de mujer.