La cerámica mixteca es una de las más famosas de Mesoamérica. Existen vasijas de muy diverso tipo y tamaño, pero una de las más características son los cajetes trípodes con formas animales o geométricas. A veces, da la impresión que se trata de soportes con la misma forma básica, como de cabeza de serpiente; pero, como en esta pieza, sólo se perfila la forma que resulta en una figura geométrica o abstracta. Lo que va cambiando en ellas es el acabado y la técnica empleada en su decoración.
A diferencia de las vasijas decoradas con figuras y formas pintadas, hay también, dentro del universo de cerámica mixteca, unas vasijas muy comunes con un baño de engobe anaranjado rojizo, como la que se muestra en el cajete con incisiones. Este engobe cubre todo el interior de la vasija de forma homogénea, mientras que las paredes exteriores se cubren parcialmente.
En este caso, la decoración se centra en líneas incisas, hechas cuando el barro estaba firme, pero aún fresco para poder marcar líneas en la superficie con algún instrumento filoso como un cuchillo de piedra, o algún punzón de madera o hueso. Estas líneas forman motivos geométricos, rectángulos y rombos trazados con líneas paralelas, perpendiculares y diagonales que cubren las paredes exteriores, logrando formar franjas que están cubiertas por este engobe y otras en donde se deja ver el color natural del barro.
Los cajetes trípodes seguramente formaron parte de las vajillas de uso cotidiano de la élite mixteca pues, aunque con decoración sencilla, el estado de conservación y el contexto funerario en el que normalmente han sido encontrados, indica que fueron vasijas para gobernantes y nobles. Además de su contexto, tienen un acabado y una forma que corresponde con la que usaba este grupo social; aunque, como se trata de vasijas con decoración sencilla, puede que hayan sido utilizadas como vasijas de servicio para contener alimentos sólidos como tamales, aves o carne.