En casi todas las culturas antiguas del mundo, el búho fue un emblema de poder, asociado con el control político y los dioses, como en Egipto o en Grecia. En el área maya era uno de los representantes de la noche, siendo una de las aves más poderosas de la obscuridad. Igualmente, coincide que en las culturas mediterráneas, como en las mesoamericanas, los búhos son representados siempre frontalmente, precisamente porque, como se advierte en esta pieza, sus ojos circulares y juntos, rodeados de plumaje, resaltan de forma especial.
En esta figurilla, el búho está en posición frontal y erguida; el plumaje que rodea sus ojos está marcado mediante incisiones. El artesano también destacó el plumaje del pecho al pintarlo de azul, y el del cuerpo, al marcar con incisiones el volumen de las plumas. Hay que señalar que en el período Clásico se conocen varios soberanos que incluían el término kuy “búho” en sus títulos, en especial los gobernantes de la ciudad de Yaxchilán.
La apertura intencional de la parte posterior parece indicar que fue una sonaja que contuvo en su interior pequeñas bolitas que al agitarse sonarían. Su similitud en morfología, textura y pasta con el silbato antropomorfo registrado con el número 64 de esta misma colección permite sugerir que ambas piezas proceden del mismo lugar.