Tlalchichi es una de las cuatro razas de perros identificadas en el México antiguo; es un animal chaparro o de patas cortas, con el torso alargado, el cráneo dolicocéfalo, con pelo y de talla mediana. El término es náhuatl y lo emplean en el siglo XVI, fray Bernardino de Sahagún y sus sabios colaboradores nahuas en la Historia general de las cosas de Nueva España; en el libro, dedicado a la fauna, flora y la naturaleza en general, estos perros se describen como “bajuelos, redondillos, son muy buenos de comer”. Tlalchichi, puede traducirse como perro o perra (chichi) de piso, de suelo o de tierra, lo cual justamente hace referencia a su estatura baja.
Nuestro perro tiene las patas muy cortas, aunque ha perdido las dos delanteras. Es robusto, con la cabeza grande y el hocico ancho; está echado, el torso largo se dispone en curva, se enrosca; en lo integral se percibe relajado. La acentuada síntesis formal de la imagen corresponde con una de las principales características del estilo Comala, si bien, cabe la posibilidad de que estemos ante una obra no terminada.
Como parte del modelado, la técnica básica con la que el artista configuró la obra, en la cabeza podemos distinguir ciertas variaciones en el volumen que figuran los ojos redondos, la nariz y la boca entreabierta, es probable que estos elementos no hayan terminado de definirse mediante la incisión o el esgrafiado.
En ambas técnicas se trazan líneas en la superficie con un instrumento puntiagudo, la diferencia radica en que la incisión se hace sobre la pasta todavía húmeda o plástica, y el esgrafiado en la pasta seca o posterior a su cocción, en este último caso, la eliminación de la capa superficial produce líneas claras que contrastan con el color más oscuro del resto de la pieza. En la misma colección del Museo Amparo existen otros perros con los ojos, la nariz y los dientes claramente delineados, así como con las fosas nasales punzonadas, en la pieza que tratamos parece faltar ese acabado.
Aun así, no puede decirse que la manufactura es simple, si la vemos con atención en todos sus ángulos, se advierte que no es una obra monocroma sino bicolor. Un tono rojo más oscuro se aplicó en la saliente ovalada y alta de un costado del torso, es una vertedera de boca grande, lo que implica que la escultura es a la vez una vasija.
Con frecuencia, las esculturas del estilo Comala exhiben cualidades de recipientes en cuanto a que son huecas y tienen vertederas, por lo general tubulares. Esas cualidades nos recuerdan que en Mesoamérica los perros se usaron como animales de sacrificio en rituales y fiestas y luego se comían. ¿Será que, en el caso de que funcionaran efectivamente como vasijas, su aspecto figurativo hiciera alusión a su contenido?, cabe mencionar que las pequeñas manchas negras no son pintadas, sino acumulaciones de minerales.