El repertorio funerario Mezcala tiene como centro la figura humana: imágenes de los difuntos y probablemente de algunos deudos acompañantes que escenificaban una reunión o una presencia vital en la sepultura, fuese para acompañar el cuerpo cuya alma estaba en proceso de viajar al mundo de los muertos, o incluso para servir como receptáculos provisionales para la esencia vital que no acababa de separarse de ese cuerpo. Además de las figuras humanas, formaron parte de ese repertorio funerario algunos animales y otros objetos.
Este objeto cumplió una función utilitaria, además del sentido simbólico con el que puede haber sido incluido en alguna tumba. Parece representar una serpiente; tiene además una espalda serrada, formada por medio de canaladuras. Dichas canaladuras se realizaban con la fricción de una especie de segueta de cuerda, técnica muy común de la tradición Mezcala.
El resultado es un artefacto que conocemos como rascador, que sirve para marcar el ritmo en algunos cantos y danzas. El rascador mesoamericano puede ser hueco, como el güiro, pero también puede carecer de caja de resonancia, como éste. Lo que sería difícil resolver es la relación entre el instrumento musical y el contexto funerario.