La identificación de este personaje no es tarea fácil ya que carece de sus atributos. Sin embargo, al tomar en cuenta su apariencia asexuada, el tipo de vestimenta y el hecho de que a pesar de que no porta coraza de guerrero, ni alas, o bien algún elemento externo que pudiera sujetarlas, como un tipo de anclaje, es posible que la figura sea la de un ángel o, tal vez, incluso un arcángel. Estos seres son los únicos de las jerarquías angélicas que tienen nombres propios, sin embargo, si en verdad se tratara de uno de ellos, sería imposible reconocerlo por su nombre ya que ha perdido sus señas de identidad, carencia que distorsiona el análisis.
Esta imagen de bulto redondo ha sido concebida para verse frontalmente, ya que la parte trasera es mucho más aplanada y carece del volumen que el imaginero imprimió en la parte delantera. Curiosamente, en el lado de atrás se ha cuidado el aspecto del policromado, que se ha continuado siguiendo el diseño del conjunto. Es gracias a lo anterior que se puede apreciar hasta cierto punto, pues éste ha sido retocado y el diseño original en el frente se ha perdido casi por completo. Acorde con lo referido, el trabajo realizado al tallar el pelo es más elaborado al frente que en la parte trasera, donde tan sólo ha sido marcado en líneas ondeantes bastante planas. La vestimenta en el frente está cubierta por los restos del dorado que originalmente estaba debajo del estofado y ciertas partes del punzonado original aún son perceptibles junto con trazos de color rojo.
El estofado ostentaba un diseño con decoraciones típicas del siglo XVIII, sobre el que se plasmaron motivos a punta de pincel que perfilaban el picado de lustre que se llevó a cabo con un punzón sencillo. Todavía se aprecian corladuras en verde sobre el fondo de oro, que aunque también han sido intervenidas, dan cuenta tanto de la calidad original como de la variedad cromática del conjunto. El encarnado de cara y manos ha sido repintado en un tono blanquecino, con la particularidad de que se encuentra a la vista la carnación anterior en zonas puntuales como los coloretes, la barba y la punta de la nariz. Esto parece haberse hecho de manera intencionada y no se trata de la pérdida natural de la capa pictórica reciente ocasionada por el paso del tiempo, ya que la anterior o primigenia es mucho más rica en matices y los faltantes se encuentran exactamente en los lugares donde se acentúa el color. Por el contrario, el policromado en las piernas es el original, y es ahí donde se puede apreciar la destreza del artífice.
Esta efigie de mediano formato y de proporciones y formas anatómicas correctas es una muestra de los gustos por la teatralidad y el movimiento en las telas y posturas del barroco, pudiéndose ubicar, por todo lo anteriormente señalado, a mitad del siglo XVIII.