La figura de la Virgen María está de pie, con su mano izquierda sobre el pecho y la derecha a su lado. Hay que hacer notar que el brazo derecho, junto con la mano que está separada del cuerpo, están tallados en un fragmento de marfil añadido. Este detalle le resta a la figura algo del perfil curvo del colmillo del elefante, que es usual en este género de piezas. Vista desde el frente es notorio que María voltea la cabeza y dirige la mirada hacia su izquierda, dejando ver su rostro de perfil; tanto, que la figurilla tiene otra vista, igualmente bella, por su lado izquierdo, desde el cual se aprecia su rostro de frente y el juego de pliegues al lado izquierdo de su cuerpo. En cierto sentido ésta es la vista más satisfactoria de la imagen, ya que permite apreciar todos los pliegues del manto y las dos manos, además del rostro ovalado y sonriente. La boca está semiabierta para apenas dejar ver los dientes. Las otras dos vistas de la figura distan por mucho del interés que tienen las dos primeras; sin embargo, revelan el detalle curioso del pie derecho volteado hacia afuera y poco integrado a la posición del pie izquierdo, si no es para acomodarse a las dos vistas preferentes de la pieza.
En un sentido muy general esta Virgen está inspirada en obras parecidas en marfil que se hicieron, principalmente en Francia, durante los siglos XIII y XIV. Los pliegues angulosos en la parte inferior de la túnica y el manto que envuelve la figura, creando un juego de líneas al frente del cuerpo, son esquemas visuales que ciertamente recuerdan obras medievales. Sin embargo, hay muchos detalles que no concuerdan con lo que se esperaría ver en una figurilla gótica. Lo primero es lo que hemos mencionado de la vista ambivalente. Las figuras medievales tienen como vista predominante la frontal; aquí, el perfil decidido, la mano derecha y los pliegues a la izquierda posibilitan e invitan a otra vista de la pieza. Además, el tratamiento de los pliegues, aunque anguloso en algunas partes, es más bien suave y redondeado, más neoclásico que gótico. Los rasgos del rostro, por otra parte, tienden a un cierto realismo que no es medieval. Empezando por el detalle de los dientes, y decididamente en el tratamiento de los ojos, el gusto es moderno. Las pupilas, talladas y con la vista hacia arriba, y los ojos delineados y definidos en detalles tridimensionales son desconocidos en las figuras góticas, cuyos ojos tienden a ser rasgados y lisos, aunque a veces pintados con colores. Finalmente, los pies desnudos de la Virgen contrastan completamente con el decoro del arte medieval en las representaciones de la madre de Dios, que nunca enseña el pie sin zapatilla en obras de este tipo. Lo anterior lleva a pensar que la pieza debe asignarse al eclecticismo del siglo XIX, cuando hubo un gusto renovado por las figuras góticas de marfil. Sin más comparaciones, que son difíciles de hacer porque no se han publicado muchas piezas de este tipo, es difícil definir el origen de esta Virgen con más precisión. La bibliografía más reciente se ocupa marginalmente del problema, pero no incluye obras parecidas a ésta.[1]
La posición del cuerpo de María, así como su mirada hacia la izquierda y la mano sobre el pecho, identifican la iconografía como la Anunciación. Faltaría, por supuesto, la figura del arcángel Gabriel. Sin embargo, hay que hacer notar que generalmente Gabriel llega desde la izquierda de la composición de la Anunciación. Además, cuando María pone una mano sobre el pecho en esta escena suele ser la mano derecha. Igual que los pies desnudos, estos detalles sugieren que la pieza fue hecha en una época o por una persona que no apreciaba –y tal vez no conocía– estas particularidades de la iconografía medieval.
[1]. Barnet, 1997: 279-307.
Fuentes:
Barnet, Peter (coord.), Images in Ivory, Detroit-Princeton, Detroit Institute of Arts-Princeton University Press, 1997.