Fue el Alvarado a unos pueblos chicos, sujetos de otro pueblo que se decía Cotastan [Cotaxtla], que era lengua de culua [náhuatl] … la lengua de la parcialidad de Mejico y de Montezuma, … y llegado el Alvarado a los pueblos, todos estaban despoblados de aquel mismo día, y halló sacrificados en unos cúes, hombres y muchachos, y las paredes y altares de sus ídolos con sangre y los corazones presentados a sus ídolos.
(Bernal Díaz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España).
A partir del año 900 de nuestra era parece reforzarse la actividad guerrera en toda la costa del Golfo de México, quizá generada por una serie de sucesos donde el papel que jugó el grupo totonaco resulta incierto. De cualquier manera, en el Posclásico temprano (ca. 900-1200 d.C.), estaría emergiendo una suerte de aristocracia sustentada precisamente en la guerra que daría origen a una serie de modificaciones culturales que se manifiestan arqueológicamente en la producción plástica y arquitectónica del centro y sur de Veracruz. Todo indica que se trata de ajustes culturales promovidos desde el exterior del territorio y que se reflejan progresivamente en el comportamiento político del conjunto de las antiguas ciudades de la región.
Primero fueron grupos de filiación cultural mixteca los que introdujeron modificaciones en la expresión cultural de la cuenca del río Papaloapan; después los totonacos –originalmente asentados en la Sierra Norte de Puebla- se extendieron en el Posclásico temprano hasta alcanzar sitios como Cotaxtla, Quauhtochco, Quiahuiztlán y Cempoala, además de la región de Misantla y la Sierra de Papantla, donde todavía hoy permanecen. Durante el gobierno de Moctezuma Ilhuicamina comenzó la expansión militar mexica en la costa del Golfo; en 1469, a la muerte del tlatoani, dominaban toda la costa central veracruzana, desde Quiahuiztlán hasta el río Huitzilapan.
Entre 1502 y 1520 establecieron una guarnición militar en el río Nautla. Para entonces, también las habría en Cotaxtla, Quauhtochco y en Acatlán, al norte de la ciudad de Xalapa. El propósito de su establecimiento era supervisar el pago oportuno del tributo y controlar las revueltas de los pueblos totonacos y popolocas, como ocurrió en Cotaxtla y Ahuilizapan (Orizaba) en tiempos de Ahuízotl (1481-1502). A medida que se extendían los ejércitos mexicas y quedaban asegurados sus intereses comerciales, varios de los rasgos de su cultura penetraron en la costa de Veracruz.
En Quiahuiztlán aparecen sus cerámicas, en Oceloapan –a orillas del río Huitzilapan- y en Cempoala se construyeron edificios de planta circular cuyos antecedentes se encuentran en el Altiplano central mexicano. El “Fortín” de Quauhtochco es un magnífico ejemplo del proceso de nahuatlización –si hacemos valer aquí el término- de la arquitectura local en el Posclásico tardío. Cuando finalmente desembarca Cortés en playas de Veracruz y marcha sobre Cempoala, Villaviciosa como dieron en llamarla los españoles, había experimentado tal cantidad de cambios que su transformación no podía ser más profunda.
Al entrar a Villaviciosa, cuyos aposentos los tenían tan encalados que …pareció a uno de los de caballo que era aquello blanco que relucía plata
(Bernal Díaz del Castillo), escuchó a sus “principales” hablar la lengua de los totonacos pero aquella ciudad era entonces asiento de varios conjuntos de bien ordenados edificios que hacían suyo el más puro estilo arquitectónico de la antigua Tenochtitlan. Aunque de lenguas distintas, diferentes al náhuatl, aquel universo retrataba el estilo cultural del centro de México. La cerámica también había cambiado y con ella mudaron las figuras de barro.
Esta pieza es mudo testigo de la época del contacto. De la que alguna vez fuera una figura de cuerpo entero, hoy solo resta la cabeza y el tocado que la adorna. El rostro fue fabricado con molde, mientras que el tocado rectangular es producto de un cuidadoso trabajo de pastillaje. Bajo la nariz lleva un adorno a manera de barra que hace del individuo representado un personaje de alto nivel social. Su estilo conviene perfectamente a la alfarería del Altiplano central mexicano. Originalmente se hallaba cubierta por un fino enlucido de cal pintado de brillantes colores pero hoy sólo quedan algunos restos de ellos, particularmente en la boca que luce impresionantemente roja.