En los sitios preclásicos de la Cuenca de México como Tlatilco (Estado de México) se han documentado figurillas huecas con uno o dos silbatos. Estos instrumentos datan del Preclásico medio y aparentemente conforman el antecedente organológico de las vasijas silbadoras. Las efigies pueden ser humanas o de animales, aunque son más frecuentes estas últimas; en éstas, los silbatos adquieren la forma de orejas mientras que en las antropomorfas representan los pies.
Se accionan de manera indirecta cuando el ejecutante sopla por una embocadura común y el aire atraviesa el cuerpo hueco para dirigirse a los canales o aeroductos, no visibles desde el exterior, que encausan la corriente de aire hacia el bisel en donde se genera el sonido. Un rasgo común de los silbatos dobles es la diferencia en el tamaño de las cámaras de resonancia lo que se traduce en dos sonidos de frecuencias ligeramente diferentes que son percibidos como sonidos ‘desafinados’. Este fenómeno acústico, conocido como batimentos o pulsaciones se contrapone a la sensación de consonancia y tiene aplicación en la afinación de los instrumentos musicales. En Mesoamérica, los batimentos están presentes deliberadamente en numerosos instrumentos musicales para generar efectos psico-acústicos entre la audiencia.