Tal como lo dictaba la tradición alfarera a la cual se apegó el artífice de esta pieza, la cabeza con su alto tocado es más grande que el cuerpo y éste, en la parte trasera está sumamente esquematizado con los glúteos transformados en dos largos picos, que sirven como soportes. Con abundante pastillaje e incisiones se detallan el tocado, el pelo y la cara de la cual se desprendió parte de un ojo.
A pesar de sus dimensiones diminutas y el acento marcado sobre la cabeza, el cuerpo ameritó la atención del escultor: las manos cruzadas en medio del pecho, entre los dos pequeños senos y la doble pulsera en la mano derecha. Si se observa con atención, se nota que originalmente el personaje femenino estaba acompañado de otro, probablemente un infante en su regazo del cual quedan una mano y quizá un brazo hacia atrás. Manchas de pintura adornan el pelo y el pecho. Los grandes arcos de las cejas acentúan la mirada y la forma estirada de la cara.
Con las manos sobre el corazón, la mujer sentada tiene una expresión llena de vida.
Tal como lo dictaba la tradición alfarera a la cual se apegó el artífice de esta pieza, la cabeza con su alto tocado es más grande que el cuerpo y éste, en la parte trasera está sumamente esquematizado con los glúteos transformados en dos largos picos, que sirven como soportes. Con abundante pastillaje e incisiones se detallan el tocado, el pelo y la cara de la cual se desprendió parte de un ojo.