Escultor, grabador y pintor autodidacto, se ha ganado con su talento el reconocimiento nacional e internacional. En sus talleres desarrolla ambiciosos proyectos escultóricos que tienen como materias primas artísticas tanques de agua, acero, cristal y peces vivos, entre otros elementos.
Su expresión plástica, que se ha hecho acreedora a reconocimientos como el Premio Minerva de las Artes en 1988, se caracteriza por el antropomorfismo de objetos inanimados que, cargados de simbolismos adquieren magia y se transforman; elementos recurrentes en su obra, siempre acompañados de humor, para atenuar el impacto de las transformaciones que plantea. Entre sus innumerables obras sobresalen El pescador que se convirtió en silla, escultura que revela la metáfora cristiana del pescador y los peces. En El mago que se convirtió en silla y en La monja que se convirtió en sillón, expresa la transformación del ser humano ante el peligro mortal, el misterio y la oscuridad. El funeral de Houdini nos conduce a la fascinación temprana y a la obsesión que llevó a Colunga a convertir en su figura mítica y objeto de veneración al mago Houdini. Veneración que también se hace presente en Sala de los magos, obra escultórica que recibió el Premio Jalisco a las artes y el Premio de Arquitectura en 1993.
Desde 1968 ha expuesto su obra periódica e incesantemente tanto en México como en Estados Unidos, Francia, Suiza y Brasil.
Conjuga su creación plástica con su profesión (la arquitectura), y aunque posee talleres en diversos lugares del mundo, tiene como base a su ciudad natal, que es donde desarrolla la mayor parte de sus proyectos.
En el Museo Amparo, la obra de Alejandro Colunga se presentó en la exposición Del deseo y la memoria (1995) y Propuestas cardinales como preludio del siglo XXI (2001).
Asimismo, sus obras Mesa (Sala de Magos), Mago que se convirtió en sillón y Mago que se convirtió en silla (Sala de Magos) están exhibidas en el Patio Jardinado y Patio Geométrico.
Actualizado: 30 de septiembre de 2024