Las catedrales españolas y novohispanas de la época colonial consideraban los coros como espacios tan especiales que había reglas estrictas de cómo comportarse en su interior. Los libros para los cánticos eran igual de importantes.
En 1957 el obispo de Puebla dio instrucciones para iluminar los libros del coro, y que fueran legibles desde el facistol, el instrumento giratorio en el que se colocaban. Para hacer este trabajo se contrató a Luis Lagar el 24 de mayo de 1600.
Los libros de coro o cantorales se usaban sólo en las misas solemnes, la más importantes del año. Muchas personas colaboraban para hacerlos: los escritores para las notas musicales y los textos en latín, plateros y especiales en el trabajo del cuero para las aplicaciones de los forros, los encargados de preparar los pergaminos, y los iluminadores. A la cabeza de todo el equipo involucrado en la realización de los libros del coro de la Catedral de Puebla estuvo Luis Lagarto.