Desde hace un mes o un poco más, estamos en un viaje inmóvil. La voz, ahora, se ejerce diario y al ejercerla se convierte en una sorta de espacio inmaterial que nos mantiene unidos, un territorio de la palabra que actualmente media entre nosotros y el “afuera”. En este campo se está gestando un cambio: sutiles deslices hacen intuir un pasaje de significado de algunas palabras, enteros campos semánticos son enrolados para metaforizar la situación y mientras algunos términos capitanean el discurso político, otros empujan a lecturas emotivas. Cruzamos una fase en el cual las palabras, los tiempos, los espacios están en constante modificación, así como la concepción de nuestros cuerpos, de las formas de estar juntos y de poner en común; cuidar de nosotros y de los otros, en este momento, ha puesto en discusión el sistema en el cual vivíamos y al cual dedicábamos todos nuestros esfuerzos. Descubrimos, juntos aunque a la distancia, la incertidumbre. Al desarticularse de muchos aspectos de nuestra vida anterior, nos dimos cuenta que esta incertidumbre es probablemente y desde antes de la pandemia “la casa en la cual habitamos”(G.A.).Este territorio en el cual ahora avanzamos a ciegas, ofrece la posibilidad de poner al centro de la discusión la vulnerabilidad, la liminalidad, de pensar el uso de nuestros cuerpos y nuestro concepto de colectividad. “Manual de respuestas incorrectas” es una serie de diálogos para poner en común la voz con artistas, teóricos, activistas, ciudadanos cuyas prácticas han desde siempre pensado formas nuevas de vivir nuestras vidas, nuestras prácticas, nuestros cuerpos, nuestras economías.