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Demián Flores. Milpa gráfica
EL MAÍZ SAGRADO
En el mito cosmogónico maya del Popol Vuh, el maíz negro y el blanco son la sustancia a partir de la cual los dioses crearon a la humanidad. El maíz es el fundamento de cohesión social y es a través de su culto por lo que se constituyeron las grandes civilizaciones mesoamericanas. El maíz ha sido comercializado y adulterado a lo largo de los procesos de apropiación militar o paramilitar de tierras fértiles, a partir de la modificación genética de sus semillas, administradas por corporaciones mundiales y a través de los múltiples procesos industriales de violación, envenenamiento y destrucción sistemática de los hábitats naturales.
Pocas iniciativas pueden representar de una manera más perversa la voluntad de apropiarse de la fuerza germinadora femenina, vinculada a la comprensión de la naturaleza como natura naturans, la naturaleza creadora e increada. Y pocos actos de violencia programada pueden compararse con la mutilación industrial del desarrollo espontáneo y autónomo de las semillas a través de su esterilización y manipulación genéticas. La democratización de la agricultura y del conocimiento frente a los monocultivos y a las monoculturas generados por la industria transgénica, la defensa de la autonomía genética de las semillas frente a los “barajadores” gramatológicos de genes con el objeto de su apropiación jurídica, la recuperación de un feminismo genérico, genético y generador que abrace los ciclos sexuales, creadores y reproductivos del humano y de la naturaleza, la defensa de la supervivencia humana contra los intereses ecocidas de la industria alimentaria son los objetivos de una teoría crítica y a la vez ética y ecológica. La organización y las estrategias de una resistencia por la supervivencia de las comunidades campesinas es hoy un aspecto tan central como desoído de la marcha de la humanidad.
Eduardo Subirats l Curador
Demián Flores l Artista