Altar de Huaquechula
Este año, el altar está dedicado a quienes han fallecido a causa de COVID-19, así como al personal del sector Salud que ha enfrentado esta situación y que ha perdido la batalla ante esta enfermedad.
En Huaquechula, una de las comunidades de Puebla, se colocan estos altares en los que existe un sincretismo entre algunos elementos que provienen de las prácticas religiosas del México antiguo y otros que forman parte de la tradición católica; esta mezcla ha permitido que estas ofrendas sean reconocidas como patrimonio cultural del estado.
Estos altares cuentan con tres niveles:
El primero representa el plano terrenal y en él se coloca la ofrenda que incluye guisos de la región, pan, fruta y bebidas. Además, se instala un espejo con dirección al techo de la ofrenda, en el cual se observa una fotografía del difunto como reflejo de su espíritu.
El segundo nivel simboliza la conexión entre la tierra y el cielo; los habitantes de Huaquechula lo representan con alguna imagen religiosa que se cree intercede en el cielo por los difuntos. Para sus ancestros, este nivel estaba vinculado con el inframundo, recordando que para ellos la muerte era un paso a la siguiente vida.
El tercer nivel es el contacto con la divinidad, que en muchas ocasiones es representada con resplandores o imágenes de Dios Padre y Dios Hijo. Es el nivel final en el cual se encuentran todos nuestros seres amados.
En Huaquechula existe la tradición de visitar los altares de la comunidad, los participantes entregan una cera blanca al anfitrión como símbolo de humildad. Éstas son ceras especiales, también llamadas ceras con ramo o escamadas. Cuando los familiares cercanos al difunto, compadres, amigos y allegados entran a la casa que ha colocado su altar dicen: “Una lucecita para el ánima bendita”, a lo que los anfitriones contestan: “Que el ánima bendita ruegue e interceda por ti”. Las ceras sirven como una luz para iluminar el camino del difunto.
El Altar de Huaquechula permanecerá hasta el lunes 2 de noviembre.
