Hace seis meses, ante los diferentes retos derivados de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19 y el necesario cierre de múltiples centros de reunión social y cultural, en el Museo Amparo decidimos continuar nuestro programa en línea y dar una forma más consistente a un proyecto que había comenzado hacía tiempo: concebir nuestro espacio virtual como un edificio paralelo a nuestro edificio físico. A partir de las interrogantes que nos han traído estos tiempos complejos e inciertos, hemos ido descubriendo cómo fortalecer ese edificio virtual: cómo encontrar en él nuevos rincones y potencializar las posibilidades; aunque ya hace tiempo que existía y se extendía, en este período hemos explorado nuevas formas de habitarlo y sentir su familiaridad, al mantener contacto con nuestros públicos.
Como resultado, a unos días de la reapertura podemos compartir que contamos ahora con dos edificios, cuyas arquitecturas se entrelazan y multiplican las posibilidades de encontrarnos con diversos públicos y comunidades. Mientras el Museo se encontraba cerrado, a través del programa de actividades en línea confirmamos nuestra voluntad de estar juntos y descubrimos para ello nuevas opciones. Ahora, más que una reivindicación de las herramientas digitales, hablamos de un entrelazamiento de ambas instancias, la física y la virtual, que se sirven una a la otra y se alimentan mutuamente con sus respectivos cuestionamientos. Tras haber convertido las preguntas que nos impone este tiempo en un motor de nuestro trabajo, ante la reapertura podemos afirmar que, más allá del mero reinicio de actividades presenciales, las continuamos fortalecidos y generando nuevas preguntas.
En el Museo Amparo contamos con la Colección Permanente que abarca arte prehispánico, virreinal, moderno y contemporáneo; se trata de acervos que representan la producción visual y material de distintas etapas fundamentales de la historia del país. El estudio y divulgación de estos acervos, junto con las áreas de exhibición y diálogo sobre las prácticas artísticas pasadas y actuales, nos permiten abrir preguntas sobre nuestra historia, nuestro tiempo, y como en las artes, imaginar un porvenir. En este período, hemos continuado estas tareas a través del programa El Amparo en tu casa que ha permitido ofrecer, entre otras líneas, charlas sobre La Colección a detalle; el programa público El círculo que faltaba; el proyecto de creación y reflexión Sala de Espera; los diálogos Quehaceres. Manual de respuestas incorrectas; y el Diplomado en Historia del Arte Mexicano en colaboración con el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, además de compartir cursos y conferencias de archivo; así mismo, de forma paralela hemos desarrollado un programa de actividades para el público infantil, que incluye tutoriales, cuadernillos, cuenta-cuentos, cursos y el programa escolar; finalmente, una serie de herramientas para espectadores de distintas edades, como recorridos en línea, videos, recomendaciones de cine, libros digitales, podcasts, todas ellas disponibles en nuestro edificio virtual: la página web www.museoamparo.com.
El Museo se nos revela ahora como un nuevo tejido de espacios, el físico y el virtual, que seguimos descubriendo y aprendiendo, que nos emociona y nos permite el encuentro y la reflexión de historias desde nuestro presente, a través de las colecciones y programas, así como de nuevos diálogos y vínculos sociales. Con la reapertura a los visitantes, este tejido se complementa y se hace más fuerte, con nuestro público y con nuevos públicos que ahora lo habitan.