Presentación del libro digital: El arte de los Reyes Mayas

28 de junio de 2019. 23:10 h

El pasado 20 de Junio se presentó en el Auditorio Arquitecto Pedro Ramírez Vázquez el Libro Digital: "El Arte de los Reyes Mayas" escrito por Ana García Barrios y Erik Velásquez García. Esta obra nos acerca a la civilización maya a través de una revisión detallada de las piezas de la colección del Museo Amparo. En ella, los autores expanden sus conocimientos del arte y la historia maya en una obra significativa para el entendimiento del arte prehispánico. Esta publicación es un ensayo integral que contribuye de manera relevante a la historia del arte del México antiguo a partir de un estudio crítico y razonado, a la vez que provee de coherencia interpretativa al acervo prehispánico del Museo Amparo, en tanto que relaciona sus piezas con los hechos y el arte de su momento histórico y a la vez contribuye a enriquecer el conocimiento de la cultura maya.


La edición digital se encuentra disponible para consulta gratuita en nuestro catálogo de libros digitales. Puedes consultarlo aquí.


En la presentación participaron:

Dr. Enrique Florescano | Historiador

Mtra. Teresa Salomón Salazar | Arqueóloga

Dra. Florencia Scandar | Historiadora del arte

Ana García Barrios | Autora del libro

Erik Velásquez García | Autor del libro

Dr. Enrique Florescano | Historiador


A continuación compartimos el texto del Dr. Enrique Florescano:


Me siento honrado por presentar El arte de los Reyes Mayas en el Museo Amparo, a cuya inauguración asistí en 1991. Esta obra es una suma virtuosa de dos grandes corrientes de la tradición humanística. Por un lado, continúa el accidentado rescate de las obras testimoniales que dan cuenta del desarrollo histórico y cultural de las naciones. Por otro, es un ejemplo de la incesante, controvertida e inacabable búsqueda de los diluidos rastros de las civilizaciones anteriores que conforman nuestro presente.


Desde su fundación, el Museo Amparo ha resguardado importantes obras de distintas épocas del desarrollo histórico de México. De todas ellas destaca su extraordinaria colección de piezas prehispánicas entre las que sobresale el conjunto de monumentos de piedra, paneles estucados y obras en barro cocido, concha, jade, obsidiana y vasijas policromadas procedentes de distintas regiones del área maya. Esas piezas únicas son el soporte de las excelentes fotografías que ilustran este libro y del cuidadoso análisis e interpretación de ellas realizado por Ana García Barrios y Erik Velásquez García.


Ambos autores evalúan las características de cada una de las piezas, pero su perspicacia las enmarca en un cuadro histórico y cultural mayor, que contribuye a explicar sus orígenes, soportes, materiales y rasgos formales, su simbolismo y su relación con las escuelas y estilos regionales, la escritura, la religión y los gobernantes que promovieron esa prodigiosa variedad de creaciones.

Para cumplir su tarea, los autores dividieron el libro en ocho capítulos que detallan las claves que dieron motivo y fuerza a la creatividad del arte maya del Clásico tardío, período del que procede la mayor parte de las piezas de la colección, además de su diversidad de temas, técnicas, estilos y formas de representación del ser humano. Otra, la erudición, el conocimiento de cada aspecto específico de la pieza y la certera explicación de su contexto, a la que se agrega una exposición de inusitada claridad, pues combina el conocimiento profundo con una exposición persuasiva.


Los ocho capítulos se concentran en los temas complejos de la tradición e innovación, los reyes, nobles y vasallos del señorío, el maravilloso sistema de escritura que transcribió la complejidad del mundo natural y sobrenatural en una realidad visible y comprensible, la guerra, los dioses, la modelación del cuerpo y la muerte.

En cada una de estas partes el lector encontrará una descripción pormenorizada de su contenido y características, apoyadas en las piezas de la colección, pero vinculada con el espacio social, religioso y cultural que las entorna. La introducción es una muestra del propósito didáctico y narrativo del libro, que además se esfuerza en resumir el horizonte artístico, religioso y social en el que se desenvolvió el arte de los creadores mayas.

Ahí se presenta una pieza que nos indica el modo como se mira a estas obras. Se trata de una escudilla con una serpiente que sale de una cueva tribulada. Los autores nos señalan que ese lugar era el pasaje que separaba al mundo terrenal del universo de los dioses. Con esa mirada transforman la piedra esculpida en una explicación de los saberes religiosos del pensamiento maya. Otras piezas son cosmogramas, representaciones de la expresión y composición del universo.

El arte, nos dice Ana García Barrios, “es la actividad en la que el ser humano crea o recrea un aspecto de la realidad o de la imaginación, sentimiento o emoción de forma persuasiva, y valiéndose de la materia y la destreza en el dominio de las técnicas”. Con estas habilidades de los mayas crearon imágenes inolvidables en toda clase de materiales y dieron vida a la luz, al aire, al sonido y a las escrituras en jeroglíficos.


En todas sus obras fueron maestros de la armonía, “pero tuvieron la destreza de imprimirle a la piedra detalles preciosistas y de gran movimiento, donde podemos observar las cualidades de ritmo, movimiento, plasticidad y flexibilidad”, como lo testimonia la espectacular banqueta o trono del Museo Amparo.


Los escultores eran maestros del bajorrelieve, el altorrelieve, la escultura de bulto y del modelado en estuco o en barro. Aprendían esas técnicas en talleres, escuelas y maestros que las habían heredado de antepasados centenarios. Buscaban, como se dice en este libro “alcanzar el equilibrio compositivo, la consonancia de formas y colores o el centro de gravedad de las figuras”. Su objetivo era lograr la “eficiencia comunicativa” que transmite a otros el mensaje transformado en piedra, barro o en pintura colorida.

Sus diseños, estilos y temas variaban según las convenciones del arte y el público al que se dirigían: principalmente los gobernantes. Los pintores, aun cuando no manejaban las técnicas del claroscuro, aplicaban sus pigmentos de tal forma que dotaban a sus figuras de volumen y formas contrastantes, a punto que lograban definir el cuerpo o el objeto con gran precisión y belleza, como lo muestran las páginas de este libro. Con esos recursos hicieron retratos magistrales de personas individuales, escenas colectivas de gran movimiento o recrearon temas mitológicos en extensas narrativas.


El cuerpo humano, sus diversas partes y dimensiones, su modelado, decoración, pintura y presentación fueron un cometido esencial del arte y la expresión maya en todas sus variantes. Los estudios de las piezas e imágenes de este libro son una demostración de la importancia del cuerpo en la mentalidad maya, el principal recipiente donde inscribieron su identidad. El gobernante en sus funciones públicas, guerras o sacerdotes es la figura corporal más frecuente, acompañado de su corte, esposas, familiares, funcionarios, sacerdotes y bufones. Este libro presenta un retrato extenso de la clase gobernante, los patrocinadores del arte maya y en muchos casos los pintores, escultores, ceramistas y escribanos de estas obras.

El conocimiento de estos personajes, actores y creadores lo debemos al desciframiento de la escritura jeroglífica, cuyo origen y conocimiento se explica de manera erudita y clara en el capítulo tercero de esta obra. Erik Velásquez García, nuestro mejor y más destacado epigrafista, explica en este apartado los logogramas, fonogramas y componentes básicos de la estructura de los jeroglíficos mayas. Existen millares de estudios consagrados a dar cuenta de la complejidad y alcances de esta escritura, pero el texto de Erik los resume, actualiza y presenta nuevas interpretaciones con destreza extraordinaria.


Los dioses, seres de materia etérea, ligera y sutil, ambivalente, dual y versátil, que solían adoptar diversas formas e identidades, con sus amplios panteones, cultos, ceremonias y ritos, son una parte constitutiva de la cultura maya. Sin su conocimiento no se puede comprender la naturaleza de los antiguos y modernos pueblos indígenas. Este libro explica el lugar central que ocupaban en el mundo terreno y en el sagrado. Sus signos identitarios eran el brillo, la luz, el agua, lo que resplandecía.

Chaahk, el dios del rayo y de la lluvia; los dioses de la tríada de Palenque; K’awiil, el dios de la pierna serpentina; la diosa de la luna, y el dios del maíz, personaje eminente en los mitos de la creación del mundo y los seres mayas, son númenes representantes en las piezas de la Colección del Museo Amparo. A ellos se suman los incensarios, objetos rituales e instrumentos musicales que acompañaban las danzas, ceremonias y festejos, tanto sagrados como cortesanos de los señoríos mayas.


El arte maya recorre todas las manifestaciones de la expresión humana: las terrenales, las sagradas, las escenificaciones de la corte real, los ritos de la guerra, las ceremonias religiosas, los bailes, las danzas y celebraciones públicas, y el largo tránsito que va del nacimiento a la vejez y la muerte del ser humano.

El capítulo final de este libro titulado “Murió definitivamente: la disgregación del cuerpo”, está dedicado a este último paso del proceso vital, y es otro logro que enriquece esta obra.

El prolongado camino que comienza con el decaimiento y la enfermedad se extiende dolorosamente hasta terminar con la muerte. “La esencia de la muerte –dicen los autores–consiste en que cada uno de los componentes que conforman el cuerpo humano se va disgregando o separando poco a poco hasta que el individuo único e irrepetible, que no volverá a existir nunca más, se disuelve por completo”. Algunos de sus componentes, como los de su alma o almas, seguirán viviendo pues son sagrados. Los otros, la carne y los huesos, se reintegran a la tierra.

El decurso de cada una de las partes del individuo muerto seguía caminos diferentes. La ruta de las almas llevaba a éstas al paraíso celeste, al lugar rojo del este donde nace el Sol.

O tomaba el camino de agua, o transitaba por una cueva y finalmente ascendían al cielo.

Eran pasajes obligados donde las almas de los seres humanos lustraban todo recuerdo de su pasaje terrenal hasta convertirlo en esencia pura.

En cambio, el cuerpo físico del difunto era objeto de diversas preparaciones para enterrarlo y de ceremonias cuidadosas para propiciar su vida en el más allá: las piezas del Museo Amparo y las descripciones de los autores muestran con detalle los materiales que cubrían el cuerpo con color rojo del cinabrio y los enseres valiosos que se acumulaban en la tumba.

Muchos de estos objetos, muy pulidos y bellamente trabajados, sobrevivieron por permanecer ocultos en los entierros, algunos de ellos transformados en mausoleos majestuosos.

Las vasijas y los objetos del rito funerario de la Colección del Museo Amparo permiten recrear estas ceremonias realizadas en el interior de las tumbas, donde la lumbre, el incienso y el aroma de las flores jugaban un papel importante. Son ritos, ceremoniales y en seres que perviven en las costumbres actuales.

Estas breves palabras de presentación de El arte de los Reyes Mayas no hacen justicia al enorme trabajo de colección, fotografía, manufactura, investigación y erudición armoniosa que hicieron posible esta obra espléndida.

Los fundadores y directores actuales del Museo Amparo deben estar muy orgullosos de la edición de este libro, que forma parte del Programa de Estudios de Investigación de la Colección del Museo Amparo. Así que esta institución suma al resguardo y conservación del arte mexicano la muy necesaria difusión de ese pasado en obras dedicadas a un público extenso.

Hago votos para que este esfuerzo extraordinario que reúne tantos esfuerzos, talentos y capacidades consiga el apoyo indispensable para su publicación en libro físico.

Agradezco la invitación de Lucia I. Alonso Espinosa, Directora General del Museo Amparo, Ramiro Martínez Estrada, Director Ejecutivo, y de Ana García Barrios y Erik

Velásquez García para presentar este libro. Su lectura me ha brindado una nueva y actualizada comprensión del arte de los antiguos mayas, y un gran placer por la riqueza de sus piezas y las excelentes fotografías de Juan Carlos Varillas Contreras.

Muchas gracias por esta nueva mirada al arte de los mayas y más gracias por darme el gusto de volver al Museo Amparo y abrazar a mis admirados y queridos amigos, Ana García Barrios y Erik Velásquez García.

Enrique Florescano

Historiador



Agradecemos a los asistentes einvitamos a nuestra comunidad a participar en las próximas actividades y presentaciones de libro en el Museo Amparo.